Entre viñedos, barricas y vino. Asà se desarrolló la infancia del joven que consiguió con su vino ‘AnahÃ’ abrir una nueva lÃnea de mercado en Rioja. Javier San Pedro tiene 32 años y su bodega, situada en Rioja Alavesa a las faldas de la Sierra de Cantabria en Laguardia, tan solo tiene un año de vida, aunque el inquieto enólogo promete «no tardar mucho» en ampliarla.
AnahÃ
Variedad MalvasÃa, tempranillo blanco y sauvignon blanc. Precio: 6,75 euros
- Bodegas Javier San Pedro
- Frente a Bodegas Ysios, La Hoya Bidea (Ãlava)
- 945 38 61 96
- bodegasjaviersanpedro.com
San Pedro no puede «parar quieto» y eso ha demostrado desde su juventud:su pasión por el vino le llevó a abandonar la bodega de sus padres para, mientras trabajaba en otros actividades, empezar a trabajar el vino Anahà en un pequeño local. Después, comenzó a cargar botellas en el coche, a recorrerse España vendiendo su vino semidulce elaborado con malvasÃa, sauvignon blanc y tempranillo blanco. Con el atrevimiento, ingenio y valentÃa de la juventud, Javier abrió una nueva lÃnea de mercado con el ‘AnahÃ’. Es un vino «dedicado» a su madre, «gran amante de los vinos semidulces», relata Javier. Se pueden «hacer muchas cosas» pero hay que «atreverse» y «pensar en lo que estás haciendo», resume San Pedro.
El año pasado, Javier inauguró su bodega con capacidad para 500.000 litros de vino, donde trabaja además con diferentes gamas como Cueva de Lobos y otros vinos parcelarios dentro de la familia Viuda Negra, incluido Finca La Taconera, uno de los primeros vinos de Rioja de Viñedo Singular de su viñedo más especial, una vieja plantación de Laguardia que invirtió varios años en recuperar. San Pedro recuerda que un importante crÃtico le dijo una vez que le sorprendÃa y le preocupaba que una persona tan joven fuera capaz de mover tantas botellas. «Esto no es algo que se consiga fácilmente: implica mucho sacrificio, dedicación y esfuerzo las 24 horas del dÃa», le contestó.
La filosofÃa de «bodega joven formada por gente joven» no excluye «la tradición a la hora de tratar las viñas de forma ecológica, incluso labrando con mulas, porque es una forma de vida», sostiene el bodeguero.