162 años
después

Aunque la historia oficial lo olvida, el primer espumoso español lo presentó el Marqués de Murrieta en 1857. Este año regresan los espumosos de la DOCa Rioja.

Pablo G. Mancha

E

n verano de 2016, el Consejo Regulador aprobó los vinos espumosos de calidad elaborados con el denominado método tradicional (champenoise) amparados por Rioja. Este año ya saldrá al mercado el primero de ellos: Lumen, de Bodegas Bilbaínas, un vino que representa como pocos la tradición centenaria de estas elaboraciones en Rioja, ya que data de 1913 (cuando fue comercializado como Champán Lumen de Rioja), después de que el maestro champanero de Reims (Francia), Charles Delouvin, fue contratado por la la sociedad francesa ‘Savignon Frères et Cie’ (asentada en el Barrio de la Estación de Haro y posteriormente adquirida por empresarios vizcaínos) para la elaboración de este tipo de vinos. Pero la historia de Rioja y los espumosos aún es más profunda, más singular y desgraciadamente mucho mas desconocida, incluso en nuestra propia región.

Y es que, tal y como publicó Manuel Llano Gorostiza en su libro ‘Los Vinos de Rioja’ (1973), Rioja fue la gran pionera de los espumosos en la península Ibérica: «Tintos, blancos y espumosos hechos por el método de Champaña, entre los que destacaban, por su calidad, los que integraban el envío (a la Exposición de Agricultura en Madrid) de Don Baldomero Espartero, Duque de la Victoria, que, como habrá adivinado el lector, eran los que con tanto mimo preparó aquel hombre de gran corazón y pequeña estatura al que don Amadeo, a petición del propio Espartero, otorgó más tarde el título de Marqués de Murrieta». Como recuerda el enólogo José Hidalgo, esta mención recogida por Llano Gorostiza en su libro «sitúa la primera elaboración de vinos espumosos en España en el año 1857, es decir, unos 15 años antes de la referencia en Cataluña y, además, con un origen nítidamente riojano».

La historia oficial del vino espumoso en España, prosigue José Hildalgo, «cita como primer elaborador al empresario catalán Josep Raventós de la firma Codorníu, quien, después de algunos años de estudio, elaboró las primeras botellas en 1872. Pero olvida de forma injusta un antecedente que sitúa al primer elaborador de estos vinos en tierras riojanas y con connotaciones muy sentidas por los riojanos».

historia propia termió y la mayoría de los espumosos riojanos se han comercializado bajo el amparo de la Denominación Cava y los municipios riojanos amparados son son Alesanco, Azofra, Briones, Casalarreina, Cihuri, Cordovín, Cuzcurrita de Río Tirón, Fonzaleche, Grávalos, Haro, Hormilla, Hormilleja, Nájera, Sajazarra, San Asensio, Tirgo, Uruñuela y Villalba de Rioja.

Sin embargo, El Consejo Regulador aprobó en 2016 el pliego de condiciones que regula la elaboración de vinos espumosos (blancos y rosados de calidad) amparadas por el sello de la DOCa. Para la elaboración del ‘Espumoso de Rioja’ se permite trabajar con todas las variedades de uva autorizadas y, en el caso de los espumosos rosados, deberán tener como mínimo un 25% de uvas tintas. Será requisito obligatorio la vendimia manual, limitando su rendimiento de transformación respecto del generalmente autorizado. Los espumosos de Rioja podrán utilizar las menciones tradicionales como crianza, reserva y gran añada –el ‘gran reserva’ lo tiene en exclusiva Cava–. También se les exigirá una doble calificación, la segunda justo antes de salir al mercado, como en los singulares.

Las bodegas

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