Vinos en Voz Baja. Aldeanueva de Ebro

El viticultor que susurra en La Rioja Baja

Carlos Mazo trabaja en definir la identidad de sus vinos en Aldeanueva: garnachas típicas y fáciles de beber

Carlos Mazo, en una parcela de viejas garnachas en la sierra de los Agudos.

Carlos Mazo es una especie de Asterix en la Galia romana. Viticultor con apenas seis hectáreas –en una de las localidades, Aldeanueva de Ebro, donde la extensión per capita de viticultor es la mayor de Rioja– ha sido capaz de desarrollar un pequeño proyecto que comenzó en la cochera de su casa y que el año pasado se convirtió ya en una pequeña bodega de elaboración en el centro de la localidad: «Ahora sí, ya puedo asegurar que mi vida es esta y que mi futuro estará ligado al vino de mi pueblo».

Biólogo y enólogo de formación, Carlos Mazo bautizó su pequeño proyecto como ‘Vinos en Voz Baja’, toda una declaración de intenciones de este viticultor tranquilo, pausado en el habla y, al mismo tiempo, un gran defensor de la identidad local de los vinos y las garnachas de Aldanueva de Ebro y de los vinos de Rioja Baja. Carlos lleva al cronista hasta las faldas de las sierra de los Agudos, a una parcelita donde cultiva poco más de media hectárea de viejas garnachas que trabaja a mano: «¿Querías hablar de nuevas generaciones no?». «Esta es mi nueva generación...». El viticultor muestra otra pequeña plantación anexa de garnacha, que hincó el año pasado sobre suelos de secano y en pequeños vasos característicos de esta variedad: «La clave para una nueva generación es definir qué es lo que queremos hacer, qué estilo de vinos queremos elaborar...». «Yo tengo claro –continúa– que la garnacha tiene que ser nuestra bandera en la zona, lo que no quita para que no trabajemos también el graciano o el tempranillo, pero tenemos que tener un estilo de vinos porque si yo quiero comprar un Borgoña quiero la tipicidad del pinot noir y, si compro un vino de Rioja Baja, quiero una garnacha un poco clara de color, con algo más de alcohol que la de de otras zonas, pero al mismo tiempo fresca, con poca madera, y fácil de beber, que es como eran los vinos históricos de la zona».

Costumbres tinto

Precio 15 euros

Vino de ‘zona’, versión tinto, de Carlos Mazo, con uvas de Aldeanueva, Rincón, Alfaro, Autol y Calahorra y garnacha mayoritaria. Delicado, amable y fresco.
Costumbres tinto

El viticultor está convencido de que «poco a poco saldrá más gente como los pocos que estamos de momento tratando de elaborar nuestras propias uvas y vender nuestros vinos» porque el modelo actual no recompensa el buen trabajo: «Rioja es una de las grandes regiones del mundo, pero también un ‘oligopolio’, en el que 40 grandes empresas controlan el 80% de la comercialización». «A mí me gustaría que hubiera más viticultores que se lanzaran a elaborar su propio vino y por eso decía que tenemos que definir qué es lo que queremos en esta nueva generación».

Mazo cata en su nueva bodega de Aldeanueva
Mazo cata en su nueva bodega de Aldeanueva.

En este sentido, recuerda que su abuelo y su padre, como el resto de viticultores de la localidad, hicieron lo que tenían que hacer: «Cultivar la viña y producir lo que las bodegas nos pedían». «La cooperativa ha sido fundamental para el pueblo –continúa– pero ahora es otro momento, otro tiempo». Carlos Mazo se fija en Álvaro Palacios, quien, en la vecina Alfaro, ha sido capaz de situar su viña El Quiñón de Valmira en la cúspide de los grandes crudos españoles y vender cientos de miles de botellas de garnacha con La Montesa: «Para mí, salvando todas las distancias, es una inspiración».

De momento, Vinos en Voz Baja ha consolidado su pareja de Costumbres, su vino principal en versión tinto (garnacha) y blanco (pasera en la zona y calagraño en Rioja) y sigue explorando con vinos personales y diferentes como el Erosivo (graciano de Álfaro, casi desaparecido de los viñedos riojanos) y con el Outsider, otra garnacha que elabora en damajuanas de cristal: «Puedo llegar hasta un máximo de 40.000 botellas, pero sí, después de estos primeros años casi de prueba, ésta es mi vida y me gustaría que también la fuera en el futuro la de mis hijos».