Barbarot Wines. Briones

La viña de mis sueños

Con mil dudas en la cabeza, Bárbara Palacios tomó la decisión de su vida cuando se hizo cargo de un espectacular viñedo que compraron sus padres, a los pies de los Riscos de Bilibio en Haro

Un viñedo diferente a los pies de los Riscos de Bilibio, en el que conviven
tempranillo y merlot.
Un viñedo diferente a los pies de los Riscos de Bilibio, en el que conviven tempranillo y merlot.

Bárbara Palacios (Barbarot Wines) pensó que el tren pasaría una vez en la vida y que no podía dejarlo ir llevándose las ilusiones y buenas uvas que acabarían en otras bodegas. Lo más sencillo hubiera sido seguir la senda familiar, pero cuando caminas por las carreteras mejor asfaltadas la satisfacción no es plena.

Como miembro de la saga de los Palacios, de Alfaro, Bárbara lleva la viticultura y el vino en la sangre. «Empecé a lo grande», confiesa en un paseo por su viñedo. De formación bordelesa y espíritu viajero, ha trabajado en bodegas tan prestigiosas como Château Margaux, Château Pichon Longueville Baron en Médoc o Robert Mondavi en Nappa, así como en otras casas de Australia, Nueva Zelanda, Italia, Chile o Argentina. «El viñedo de Haro se planta porque la familia quería hacer un Rioja típico, con una mezcla de uvas de Rioja Alta y Rioja Baja. Por eso se apuesta en su día por una uva francesa experimental, con la idea de meter un 15% en el vino final. Pero en 1992 mi abuelo decide vender el viñedo y apostamos por quedárnoslo porque, Antonio, mi padre, creía mucho en él». Ese es el inicio de una nueva historia que ya únicamente firma Bárbara Palacios, con la ayuda de su padre.

Barbarot

Precio 23 euros

Diferente por la singularidad que supone el aporte de un 15 por ciento de merlot. Delicioso
Barbarot

La viticultora comienza a trabajar siguiendo su experiencia bordelesa, cuidando la tierra con mimo: «Para que te hagas una idea de cómo los franceses nos llevan años de ventaja, cuando yo estudié en allí en el año 1999, la sostenibilidad ya era un hecho. Aquí trabajamos con la idea de la sostenibilidad y los tratamientos ‘eco’ a partir de 2014. En Château Margaux mi trabajo se centró en la confusión sexual cuando aquí sólo sabían lo que eso significaba cuatro locos. En aquel momento el coste que asumían era un auténtico dineral, pero ellos preferían invertir en prevención y no en la curación de enfermedades posteriores».

Aunque a veces el destino de estos bodegueros parece que se desliza sobre arenas movedizas, el paso de las cosechas demuestra que no es así si se tienen las ideas claras. «En 2014 decido que se acabaron los herbicidas en mi suelo, creo que la mentalidad de mucha gente ya se orientaba hacia el cuidado de la tierra más que al rendimiento productivo. No estoy en ecológico porque cuando llega una plaga hay que actuar, pero sí tengo claro que el cuidado del viñedo está volviendo a la forma en que lo hacían nuestros abuelos, más que a la de nuestros padres. Los viñedos superproductivos no tienen futuro».

«Volvemos hacia la viticultura tradicional, a la que hacían nuestros abuelos»

Sostenibilidad personal

En este sentido, Bárbara explica que «yo enfoco más la sostenibilidad hacia cómo poder vivir de esto con desahogo, con un negocio que se mantenga con viabilidad pero sabiendo que dentro de 20 o 30 años estos viñedos pasarán a manos de alguien y quiero que sigan siendo la joya que son hoy en día». «En la viticultura –continúa–, el misterio radica en saber adelantarse, trabajar en preventivo. Siento además que mi viñedo va cumpliendo años y está más protegido por su propia experiencia». La viticultora utiliza la labranza con animales de Miguel Ángel Mato para sus viñedos, pero igual de importante es la poda: «En resumidas cuentas, conocer la viña al dedillo».

En el fondo, en el campo está casi todo inventado. Hay que pisar la tierra y escuchar a la viña, que te lo dice todo, en ocasiones a voces y otras en susurros. «Entras sin saber bien qué camino seguir pero lo encuentras siempre que seas humilde y sigas a pies juntillas lo que te pide el viñedo», concluye Bárbara poniendo los puntos sobre las íes para quienes creen que la sostenibilidad es cosa de otros, que todavía no va con ellos.