Valserrano. Villabuena de Älava

Entre la cuarta y la quinta generación

Juan Pablo Simón diseña el futuro de esta bodega familiar centenaria junto con sus hijos Pablo, Jaime y María

Juan Pablo de Simón, junto a sus hijos María y Pablo.

Bodegas de la Marquesa (Valserrano) late en el corazón de Villabuena de Álava desde la segunda mitad del siglo XIX (1880). «Aunque no solemos aparecer nunca en el listado de las bodegas más antiguas de Rioja», aclara María Simón, quinta generación de esta familia vinatera, «lo somos». Pablo, licenciado en Derecho Económico; Jaime, formado en Enología, y María preparan a fuego lento el próximo relevo: «Somos una bodega modesta y todos hemos encajado bien. A mi hermano le gusta el vino y la bodega, pero menos la socialización y los eventos; en cambio, a mí sí me gusta esa parte comercial», se presenta Pablo.

El hijo mayor reconoce que «con veinte años quieres hacer tu propia aventura, no estar al abrigo de nadie», pero después, «te das cuenta de la dimensión de una empresa familiar de 140 años».

Blanco Gran Reserva

Precio 30 euros

Viura y malvasía se alían para dar cuerpo a uno de los vinos más especiales que elabora esta familia vinícola.
Blanco Gran Reserva

Aquí, el vínculo trasciende la empresa. «Piensas en honrar una herencia, potenciarla, contribuir y continuar el camino de varias generaciones. Con la edad, entiendes todo esto», reflexiona. A su hermana María, la llamada (de la bodega) le llegó al cumplir los 30. «No sabía nada de nada, intenté aprender lo máximo, haciendo posgrados y cursos de formación, llevando la parte administrativa», rememora. Ahora, sus funciones se aproximan al enoturismo, a la publicidad y al marketing. En los orígenes (siglo XIX), Francisco Javier Solano y Eulate, marqués de la Solana, empezó a elaborar, envejecer y embotellar según el ejemplo del Médoc. «En aquel momento, entramos en la historia moderna de Rioja», subraya su bisnieto, Juan Pablo de Simón, cuarta generación familiar.

La muerte del bisabuelo (1912) transfirió el título de marqués al hijo mayor de éste, mientras que la bodega de Villabuena recayó en la abuela (y una hermana) de Juan Pablo. Aquellas décadas estuvieron marcadas por la filoxera, las crisis, las guerras y las posguerras. En los 70, se reactivó la economía de la viticultura riojana, pero también fallecieron la abuela y el padre de Juan Pablo.

«A mi padre no le dio tiempo», recuerda. En 1978, Juan Pablo se puso al frente de la bodega: empezó a juntar viñas, a hacer fincas más grandes, a plantar todo lo posible y a potenciar, «poco a poco», el vino embotellado. Actualmente, la bodega conserva la pureza del concepto de vino de pago original. A la línea tradicional de crianzas y reservas, suman vinos tan especiales como el Finca Monteviejo o el Blanco Gran Reserva.

«Tenemos una visión de futuro parecida, pero a veces se nota que somos de una generación diferente»

15 hectáreas de pruebas

«Tenemos una visión de futuro parecida, aunque en algunos planteamientos se nota que pertenecemos a una generación distinta. Mi padre prefiere mantener criterios de siempre y quizá le cuesta abrirse a otros más modernos», opina Pablo y suscribe María ante la mirada del patriarca.

Por iniciativa propia, Juan Pablo ha realizado este año pruebas en 15 hectáreas con un criterio «prácticamente» ecológico, pero todavía sin certificar. Es decir, «con residuo cero, sin herbicidas, limitando el uso de fitosanitarios». «No estoy interesado en el cultivo ecológico porque sí, ya que en esta zona es bastante complicado renunciar a recursos si son necesarios» . La bodega actualizó también hace un lustro su maquinaria en busca de una mayor eficiencia energética e hídrica, y muy pronto instalará fotovoltaicas. «No somos los primeros ni los más modernos. Queremos consolidar prácticas que se demuestren beneficiosas y exitosas», razona el mayor de los hermanos.