Sínodo Vitivinícola. Ausejo

Tres amigos y un destino

Sínodo, hoy con 6.000 botellas, nació casi como un juego con el objetivo de salvar pequeñas parcelas de viejos viñedos del arranque

Roberto Monforte, Gorka Echevarría y Juan Antonio Blanco, en el ‘espacio’ Sínodo.

Roberto Monforte, Juan Antonio Blanco y Gorka Echevarría son tres amigos que coincidieron en la Universidad de La Rioja entre los años 2001 y 2003 en la entonces licenciatura de Enología. Cada uno comenzó profesionalmente por su lado: Roberto, como enólogo de la cooperativa de Ausejo; Gorka, en Bodegas Burgo Viejo; y Juan Antonio, como asesor vitícola para varias bodegas. Fue en 2014 cuando sus caminos se juntaron en torno a un pequeño proyecto, Sínodo Vitivinícola: «Sínodo significa en griego ‘el mismo camino’ y nosotros somos muy amigos, hasta el punto de que siempre tuvimos claro que Sínodo somos tres y seremos siempre tres», explica Juan Antonio Blanco. Comenzaron en Villamediana, en un viejo calado donde en 2014 hicieron su primera vendimia de una parcelita de Uruñuela, Raposeras, propiedad de la familia de Juan Antonio Blanco. Luego se unió otro pequeño viñedo de Villlamediana, Los Tollos, que la familia de Gorka había comprado justo antes de ser arrancada: «Hubo que trabajar bastante para recuperar el viñedo, pero para eso teníamos a Juanan, el ingeniero agrónomo (risas)...».

Del calado pasaron a la cooperativa de Ausejo, donde ocupan un pequeño hueco en la nave de barricas: «Es lo que más sorprende a quien viene a vernos, tres frikis que elaboran 6.000 botellas en una bodega con capacidad para transformar seis millones de kilos; aquí todo es artesanal», explica Roberto. Y tanto, tres siemprellenos, poco más de media docena de barricas e incluso una despalilladora manual, de manivela, por la que pasan la uva, racimo a racimo, para eliminar los raspones son los medios de elaboración: «La despalilladora nos la vendió un amigo de mi padre por un par de cajas de vino, de gran reserva eso sí(risas), y los siemprellenos vinieron del calado original de Villamediana del suegro de Roberto», recuerda Gorka. «No necesitamos más, para nosotros la clave está en el viñedo y lo único que tenemos que hacer es no estropearlo».

Sínodo Garnacha/ Graciano

Precio 15 euros

El vino de mayor rotación de Sínodo funde graciano y garnacha al 50% (¿el yin y el yang?). Un conjunto final muy agradable y frutal.
Sínodo Garnacha/ Graciano

A Sínodo Raposeras y Sínodo Los Tollos, sus primeros vinos, se une ahora otro parcelario que reposa en barrica:Sínodo Centales, de la vendimia 2020, de limitadísima producción de otro viejo viñedo también de la familia de Juanan. En estos pocos años, Sínodo se ha convertido en algo más que un juego, que fue como nació realmente el proyecto: «La verdad –explica Roberto– es que fue el pesado de Gorka que, en una boda en Galicia, nos estuvo dando la chapa todo el fin de semana con la idea de que teníamos que hacer un vino a nuestra manera».

Exportación

Los Sínodo han convencido a la crítica nacional e internacional: «Somos muy pequeños, pero es cierto que vendemos en Canadá, Australia, Holanda... Hemos tenido suerte porque, por amistades o incluso por golpes de fortuna, nos han probado importantes prescriptores y nos han puntuado siempre muy bien», señala Juan Antonio Blanco.

Roberto Monforte, Gorka Echevarría y Juan Antonio Blanco, en el ‘espacio’ Sínodo.
Roberto Monforte, Gorka Echevarría y Juan Antonio Blanco, en el ‘espacio’ Sínodo.

El agrónomo presume de conocer con nombre y apellido cada una de las, contadas, cepas que trabaja para sus parcelarios, que apenas dan para llenar tres barricas, aunque ahora mismo están sacando al mercado un blanco de viura en barrica y el año pasado lanzaron Sínodo, una mezcla al 50% de graciano y garnacha, de unos viñedos cuyas uvas compran a unos viticultores de la cooperativa de Ausejo: «Nosotros les decimos cómo tienen que trabajar, los tratamientos, los tiempos, el momento de vendimia... y la verdad es que es una gozada elaborar en esta cooperativa porque todo son ayudas», explica Roberto.

Sínodo hace unas 6.000 botellas, aunque su pretensión no es crecer: «No sé hasta donde llegaremos; esto es un pasatiempo, incluso un reto para elaborar los vinos que nos gustan, pero no habrá más botellas de Raposeras ni más botellas de Los Tollos que las que nos dé cada parcela», indica Juan Antonio. «Si hay más vinos será porque henos visto otro viñedo viejo que nos gusta» «Sínodo –continúa– pretendía dar una oportunidad a estos viejos viñedos que se arrancan y, si de algo estamos satisfechos es de poner nuestro granito de arena para animar a alguien a hacer lo mismo».