Clara Herrero, ingeniera de Montes, vio como de un día para otro cambió su vida. Su padre, riojano que había trabajado en Rumasa, llegó un día a casa, en Madrid, y dijo: «Somos propietarios de un viñedo... ¿alguien se anima a gestionarlo?».

Clara Herrero asumió la responsabilidad, al tiempo que cursaba el máster de Viticultura y Enología de Laguardia, de reconcertir un viñedo semiabandonado y productivo en una extraordinaria finca que conserva la mayor superficie de garnachas viejas de Rioja (87 hectáreas) y cuyas uvas cada año se disputan una veintena de bodegas de primer nivel de la DOC Rioja: «Hubo que arrancar algunos viñedos, pero sobro todo recuperar otros con la idea clara de que teníamos un tesoro: las históricas garnachas de Tudelilla», recuerda Clara Herrero.

La viticultora siguió plantando viñedo: tempranillo y graciano y nuevas variedades blancas que ha llevado hasta los 750 metros. «Las características de esta finca –explica– son la altitud, ya que partimos de 550 metros y el suelo pedregoso, muy pobre y rústico, que da este carácter zonal y singular a la garnacha». Finca Vistahermosa también elabora vinos, Conversa, un rico varietal de garnacha y un rosado de garnacha y viura: «Estamos probando con el tempranillo blanco y haciendo una pequeña bodega para vinificar nuestros propios vinos, pero siempre un proyecto pequeño: en el mejor de los casos 50.000 botellas».

Desde este año trabaja el enoturismo, dentro de La Rioja Orietal, con una casa en medio de los viñedos desde donde organiza las visitas guiadas: corzos, jabalíes... campan a sus anchas por esta finca tan desconocida como espectacular en las faldas de la Sierra de la Hez: «Ni los propios riojanos conocen esta zona». Es, además, reserva de caza durante todo el año como ‘coto comercial’, uno de los pocos, si no el único, que suelta animales para los aficionados y con tiro al plato. Naturaleza salvaje: para no pérdersela.