El legado histórico riojano es tan apasionante como desconocido. Buscamos en muchas ocasiones lejos de nuestra tierra algo que ya tenemos en casa, pero que debe ponerse en valor y promocionarse para poder ser apreciado en su justa medida. Bodegas Vinícola Real ha querido precisamente poner la mirada en el pasado de su pueblo, Albelda de Iregua, y en el deaparecido Monasterio de San Martín y la Crónica Albeldense, del siglo IX. Un hilo conductor para dar a conocer la bodega, sus vinos y su ‘universo 200 monges’.

«Seguimos un concepto de enoturismo cultural en el que nos vemos comprometidos con el patrimonio local. Queremos que nuestros visitantes conecten con el territorio y con la historia de Albelda», explica Sara Arambarri, responsable de enoturismo de Vinícola Real. Ese compromiso se traduce no sólo en dar a conocer la cultura local a miles de personas, sino también en que parte de los ingresos enoturísticos son destinados a la Asociación Cultural para la Historia de Albelda. Un facsmímil de la Crónica Albeldense es el punto culminante de la visita a la bodega, que recorre entre barricas galerías excavadas en la piedra siguiendo un sentido adaptado al terreno.

Los visitantes cuentan además con un nexo perpetuo con Albelda, y es que sus nombres son anotados en un cartulario que guarda la bodega para generaciones futuras, convertidos en mecenas de la recuperación del patrimonio local. La bodega busca además imitar en su arquitectura a un monasterio medieval, algo que contribuye a atrapar aún más al visitante en esa historia. «Debemos buscar la historia que hay detrás de cada bodega, que se conozca nuestra singularidad», apunta Sara Arambarri, que comenta, además, la importancia de la «experiencia» en las visitas, permitiendo a todos aquellos que se acerquen interactuar con la viña, la uva, las barricas o el vino. Vinícola Real presume además del primer hotel en bodega de La Rioja, inaugurado en el año 2004: La Casa del Cofrade. Una oportunidad más para acercar a todos su propia historia.