Resulta curioso como un espacio de ochocientas hectáreas esté aún por descubrir en Rioja. Bodegas Casa La Rad cuenta entre Ausejo y Ocón con un tesoro, un lugar que invita a perderse, a recorrer con calma sus interminables kilómetros de caminos y a disfrutar de sus diferentes parajes. Desde la viñas, que lucen ahora sus diferentes colores otoñales, hasta la zona de bosque poblada de fauna silvestre, pasando por otros cultivos o balsas de agua ideales para un momento de tranquilidad en medio de la nada.

Casa La Rad es una bodega joven, con cinco años de existencia, aunque asumió un valioso legado. Sus primeros vinos vieron la luz hace sólo diez meses, marcados por una apuesta por la calidad, la crianza y el aprovechamiento de las mejores uvas de su propio cultivo, que en su terreno adquieren diferentes matices. La finca es su valor principal, pero no sólo para sus vinos, sino también para su vertiente enoturística, en la que buscan mostrar la riqueza natural. «Al principio realizábamos sobre todo eventos de empresas, pero nos daba pena no utilizar la finca, que es lo que nos distingue del resto de bodegas», explica Marta Castro, directora comercial. Dentro de su oferta para todos aquellos que deseen conocer este espacio único, Casa La Rad propone una visita con cata comentada, más tradicional; paseos en bicicleta por su entorno y picnic en espacios especialmente preparados, que integran perfectamente la naturaleza y el mundo del vino.

Primeras propuestas que buscan ser ampliadas con un circuito con coches clásicos o festivales de música. «El enoturismo en La Rioja debe apostar por las experiencias y quitarse esa excesiva formalidad», opina Castro. Un escenario como el de Casa La Rad es propicio para ello.