El año pasado, más de 100.000 personas visitaron las instalaciones de Marqués de Riscal. Datos que hablan por sí solos y se fundamentan en una oferta enoturística basada en tres pilares: arquitectura, hotel y bodega. Cristina Pérez, responsable de Relaciones Públicas de la bodega, recuerda que Marqués de Riscal abrió sus puertas a los turistas en 2002.

«Fuimos de los primeros en hacerlo», señala. Un año después comenzaron las obras del ‘edificio Gehry’ que atrajo la atención de numerosos arquitectos e ingenieros deseosos de ver cómo avanzaba la construcción. Ya con la apertura del hotel en el 2006, la oferta se multiplicó convirtiéndose en lo que se conoce ahora como la ‘Ciudad del Vino’. La arquitectura de ese edificio es el punto de entrada visual a las instalaciones. «Aunque lo hayan visto en fotografías, las personas que vienen por primera vez se siguen sorprendiendo», asegura Pérez, quien señala la «flexibilidad» como la característica principal de la oferta enoturística de la casa.

«Tenemos una visita pedagógica a nuestra bodega, con cata de vinos incluida y, a partir de ahí, nos adaptamos a cada cliente», cuenta la responsable de Relaciones Públicas. El visitante puede desde alojarse en el hotel gestionado por ‘The Luxury Collection’ hasta disfrutar de los tratamientos en su spa de vinoterapia Caudalie o degustar los platos del restaurante liderado por Francis Paniego. «Tenemos múltiples espacios y los podemos adaptar, incluso para celebrar bodas o cualquier otro evento».