CONDE DE LOS ANDES. OLLAURI
Respirando la historia
Sobrecoge entrar en los calados de Conde de los Andes: más de un kilómetro de auténtica historia rodeado de vinos de añadas en las que muchos aún no habíamos nacido
Cuando Eduardo Saracíbar comenta que en estos calados reposan vinos de añadas que van desde 1892 hasta 2019, el corazón se encoge. Como decía el otro, «si estas botellas hablaran…». Fantaseando, nos hablarían de la historia del Rioja, del devenir de un apellido, Paternina, y de un pueblo, Ollauri. «En 2014», explica Eduardo, «la familia Murúa adquirió esta bodega con el compromiso de renovación de los calados, mantenimiento de las cosechas históricas y elaboración de vino en la propia bodega. El objetivo es a largo plazo, pero ya está en marcha con una nueva gama de vinos y la conexión de muchos calados. Es curioso, antes cada vez que había una herencia, estos se dividían y se sellaban para el reparto y ahora estamos rejuntándolos».
Algunos calados se remontan al siglo XV, pero los primeros documentados son de 1705. Una trama con nombres como 'Calado de los Candiles', de los 'Gallegos' o de 'la Flor', que conforman cerca de kilómetro y medio adentrándose hasta el monte Churrumendi, con hasta 40 metros de profundidad. «El boca a boca con gente del pueblo ha sido fundamental: algunos venían y apostaban dónde estaba determinada añada, que él la había colocado en tal nicho hace muchos años». Historias de bodegas centenarias.
CONDE LOS ANDES SEMIDULCE
Precio 27 euros
Sutileza, dulzor y frescura en un blanco de la cosecha 2003
«Nos gusta hablar de vinificación integrada. Se puede ir desde los botelleros, con vinos del siglo XIX, hasta la sala de barricas, pasando por el centro de elaboración. En el botellero», concreta Eduardo, «guardamos todas las añadas desde 1892, con más de 400.000 botellas, de las que unas 40.000 son anteriores a 1970».
Pasado que enlaza con el presente y, sobre todo, con el futuro: «Elaboramos 22 hectáreas divididas en 60 parcelas de gran diversidad en la zona de Ollauri y la Sonsierra. Todos con etiqueta genérica. Ofrecemos una gama corta en referencias, pero fácilmente entendible:un tinto, un blanco y un semidulce, aunque algunas añadas históricas también se pueden adquirir». Conde de los Andes cuenta también con otra línea de trabajo más rompedora: «Una familia conocida como 'capítulos', vinos en los que experimentamos vinificaciones y que pueden cambiar dependiendo de la cosecha. Nos hemos estrenado con el Capítulo I, una malvasía de 2016, y con el Capítulo II, garnacha, en este caso de un viña de 1910».