Hablar de modas en el mundo del vino con Francisco Hurtado de Amézaga, quinta generación del fundador de Marqués de Riscal y director general técnico y de producción de la única bodega del mundo que guarda botellas de todas las cosechas de la casa (desde 1862 hasta la actualidad), no es tarea sencilla. Hurtado de Amézaga recuerda en la conversación los años 80 y 90 del siglo pasado cuando 'otra' Rioja emerge ante la presión de Ribera del Duero: «La 'gallina' aquí empieza a cantar a partir de los años 70, con las plantaciones jóvenes y el crecimiento por la llegada de los empresarios jerezanos; eran necesarios revulsivos, como fue el vino Barón de Chirel».
¿Qué supuso el lanzamiento del primer Chirel?
Era un momento importante. Las bodegas de Rioja estaban muy tranquilas, pero empezaba a asomar Ribera del Duero y llegó al mercado con vinos bastante más caros y más rotundos. Nos estábamos quedando atrás. Con Chirel quisimos decir que nosotros, que Rioja, seguía ahí. El primer vino fue de la cosecha de 1986, pero no salió al mercado hasta 19-9-1991. Recuerdo la fecha porque es capicúa, pero sobre todo porque se montó un buen lío. Si los vinos de Rioja se vendían a 200 pesetas, Chirel se puso a la venta a dos mil y pico. Cogimos a mucha gente con el paso cambiado siendo una casa centenaria y en unos años aparecieron también en Rioja nuevos vinos tipo 'Chirel'.
«Ninguna bodega del mundo dispondrá de 600 hectáreas de viña vieja como nosotros»
¿Cómo elaboraron aquel primer vino?
Teníamos viejas plantaciones de tempranillo y también de cabernet sauvignon, variedad que, aunque varía cada año, no tiene más de un 35% de peso en este vino, pese a muchas cosas que se han escrito. El cabernet de Riscal lo plantó Jean Pineau, después de ser contratado por Camilo Hurtado, el fundador, en 1870. El asunto es que hacía falta un salto cualitativo en Rioja y lo dimos.
¿Había banalizado entones Rioja demasiado la elaboración de vinos?
No eran los mejores años. Habían llegado los empresarios jerezanos y se había plantado mucho viñedo. Hasta 1970 teníamos mucha viña vieja en Rioja y luego hubo demasiadas plantaciones jóvenes en sitios no aptos, con lo que la calidad media se vino abajo. Se hacían vinos más ligeros, con menos color y taninos y Ribera había irrumpido con otras propuestas.
¿Tan importante para Riscal es el viñedo viejo?
Para nosotros siempre lo ha sido. Llevamos años trabajando en el reinjerto del viñedo comprado a Pernod Ricard. Estamos reinjertando 250 hectáreas con nuestro propio material. Son viñas plantadas en los años 70 y 80 del siglo pasado y el resultado está siendo extraordinario. Vamos a tener 400 hectáreas en propiedad de viñas viejas, y hasta 600 incluidas las de nuestros proveedores, un patrimonio que ninguna bodega tienen en el mundo para elaborar vinos de reserva de gran calidad.
«Hemos certificado ya 150 hectáreas en ecológico y tenemos otras 300 en proceso»
¿Está reñido el reserva clásico con la intensidad frutal?
Ni mucho menos. Los viejos Riscales eran muy cubiertos de capa. La 'gallina' canta en Rioja a partir los años 70.
En los años 90 aparece una nueva generación, de enólogos y bodegas, que miran hacia el viñedo, más que a la bodega ¿Fue necesaria esa 'revolucion'?
Fue clave. Mucha gente se dio cuenta de que no íbamos por buen camino. Llegó gente joven y sumaron muchos granitos de arena. Creo que fue una década muy positiva para Rioja.
¿Hay un cambio similar ahora, con nuevas formas y estilos?
No lo tengo tan claro, quizás hay ruido pero no sé si tantas nueces. Hay vinos, que se están valorando muy bien, que no me acaban de convencer, en Rioja y en España. Para mí, un gran vino tiene que tener una finura importante y no todas estas nuevas elaboraciones la tienen. Hacer 1.000 o 2.000 botellas no dice mucho. Para estar de verdad en el mercado hay que hacer al menos 150.000 ó 200.000 botellas y mantener una calidad muy alta. Nuestro primer Chirel, por ejemplo, fueron 35.000 botellas.
¿Cómo ve que Rioja mire ahora hacia el viñedo, hacia el origen de los vinos?
Me parece muy bien. Creo que el desarrollo de los vinos de pueblo será positivo y lo mismo puedo decir de los viñedos singulares, para cuya categoría ya estamos elaborando algún vino.
También están haciendo una apuesta ecológica muy fuerte.
En Elciego tenemos ya 110 hectáreas certificadas y más de 300 en proceso. En Rueda todo está certificado, pero aquí es más difícil. Es duro por el clima y en un año como éste, por ejemplo, hemos perdido algún que otro millón de kilos de uva. Aunque hay gente que piensa que no necesariamente, yo creo que el vino ecológico sí es mejor.
Rioja está ahora con un Plan Estratégico. ¿Deberían revisarse las menciones a tradicionales de crianza, reserva o gran reserva?
Hay temas que se podrían discutir, como el uso obligatorio de barricas de 225 litros, o el hecho de que haya reservas a 4 euros. No digo ni que sí ni que no. En todo caso, creo que sería necesaria una importante discusión técnica antes de tomar decisiones.
Barón de Chirel
Precio 70 euros