BODEGAS VIÑA IJALBA. LOGROÑO
La expresión propia de los vinos monovarietales
El graciano y la uvas minoritarias definen la dirección de una bodega que se aleja de la tipicidad de la Denominación
La punta de lanza es la innovación, la investigación y la experimentación, mientras la identidad preserva la historia de Rioja. Desde sus inicios en 1975, la de Viña Ijalba es una mirada limpia hacia el pasado, la viña y las variedades autóctonas minoritarias, todo ello con un respeto medioambiental certificado y pionero en el sector.
Cuando Dionisio Ruiz Ijalba plantó su primer viñedo sobre una antigua mina ya explotada, lo hizo reproduciendo los suelos tradicionales de la viticultura de calidad de Rioja, para lo cual añadió entre 50 y 60 centímetros de suelos pobres procedentes de desmontes. Como resultado, producciones escasas que mantienen la tipicidad de los terrenos (en ladera, poca profundidad y poca fertilidad). Hay alma de bodega especial y no es denominador común en la Denominación. De las variedades de ayer, surgen los vinos de hoy.
IJALBA GRACIANO
Precio 14,50 euros
Variedad Pionero varietal de graciano, elegante y de gran mérito.
Es la diferenciación buscada en el pasado y reencontrada sobre suelos pobres, en producciones pequeñas y según criterios ecológicos y naturales que también determinan el proceso de elaboración. «Son muy diferentes a los tradicionales de Rioja», indica 'Pepo', Pedro Salguero, director técnico en Viña Ijalba. «Nuestros vinos respetan mucho la fruta por encima de la madera, dejando que cada variedad exprese todo su potencial, tienen más acidez, menos pH y son complejos», advierte destacando el alto porcentaje de graciano en crianzas y reservas, y el enorme trabajo realizado con las variades minoritarias.
«Son nuestra apuesta. Buscamos que la variedad quede plasmada, las maderas no deben estar nunca por encima», explica. El monovarietal de graciano, junto al de maturana blanca, son dos de los que mejor definen el rumbo de esta bodega logroñesa. «Son vinos frescos, complejos y que gustan mucho». El graciano –considerada una uva menor hasta hace poco– hace la fermentación maloláctica en tinas y después continúa 10 meses más en barrica de roble francés hasta resultar en vinos «intensos y alejados de la tipicidad de Rioja».