olarra. logroño

La arquitectura puesta al servicio del vino

Olarra fue una de las primeras bodegas de Rioja en combinar la funcionalidad necesaria con un espectacular diseño arquitectónico

César Álvarez César Álvarez Sonia Tercero Sonia Tercero

Bodegas Olarra esconde en sus naves lo que exhibe en su fisonomía. En 1973, se inauguró una instalación completamente novedosa.

La bodega del Polígono de Cantabria –obra de Juan Antonio Ridruejo– se construyó poniendo la arquitectura al servicio del proceso de elaboración del vino, pero dotándola de una espectacularidad impropia de la época. Olarra busca en sus vinos la renovación de los clásicos de Rioja y eso se expresa también en una bodega que mantiene los elementos tradicionales (nave de elaboración, sala de barricas, botellero...) pero bajo el doble prisma de la funcionalidad y la estética.

La planta y el crucero central le han dado la denominación de ‘catedral del Rioja’

Olarra incluso ha sido denominada ‘la catedral del Rioja’ por su planta de tres brazos (como los grandes templos góticos) en forma de ‘Y’ pero también por su crucero central y 111 cúpulas para una regulación térmica natural de la sala de barricas.

Las barricas reposan en su nave para la crianza de los vinos
Las barricas reposan en su nave para la crianza de los vinos.

En las catedrales del cristianismo se produce el milagro de la transubstanciación (o lo que es lo mismo, la conversión del pan y vino en el cuerpo y la sangre de Cristo) y en los templos vinícolas como Olarra el milagro que se produce cada campaña es la conversión del mosto en vino, un néctar insuperable que incluso ha vuelto loco a algún dios mitológico como Baco.

En Olarra la combinación de materiales (hormigón, cristal, madera...) produce un efecto sorprendente impregnados por el olor que desprende el vino que en sus naves reposa buscando el punto idóneo de su crianza para alcanzar su máxima expresión en la copa.

Oferta enoturística

20 kilómetros

Esos vinos han tenido siempre su origen muy cerca de donde buscarán la quietud y el reposo en el proceso de guarda. Todas las uvas que entran en la bodega –que no tiene viñedo propio– proceden de parcelas situadas a un máximo de 20 kilómetros de distancia, que son trabajadas por sus propietarios –con el asesoramiento técnico del equipo de campo de Olarra– y a las que cuidan con el mimo y cariño con el que se trata a un hijo, sabiendo que su porvenir está en esas cepas.

Una vez en la bodega, el equipo enológico asume el mando y mediante ensamblajes, de las diferentes variedades y suelos, diseñan unos vinos que mantienen bien definidos su carácter y personalidad a lo largo del tiempo para alcanzar su uniformidad.

Vinos con personalidad

Salvo en el caso del moderno vino ‘El Rayo’, en el que los enólogos dejan que sea la naturaleza la que diseñe cada año qué va a ser embotellado bajo la novedosa etiqueta. Se trata de un vino único en el que se produce la mínima intervención para dejar que el suelo, el clima y las propias uvas se expresen en un producto irrepetible.

Otro estilo es el caso de las grandes referencias de Bodegas Olarra, que mantienen todas su uniformidad a lo largo del tiempo. Cerro Añón es la marca más antigua de la casa; Olarra –marca que se recuperó con motivo del 50 aniversario de la inauguración de la bodega– se reserva para el tope de gama con reservas y grandes reservas que han contribuido a darle prestigio a la marca, a la vez que Añares extendía su nombre por el mundo. Esta referencia ha viajado por el globo en sus diferentes variaciones de la gama (blanco, rosado y tinto, crianza y reserva) convirtiendo a Olarra en una de las firmas vinícolas de Rioja más fácilmente reconocibles.

Desde las visitas convencionales al turismo de negocios

Olarra

Reserva 2015

Vino elaborado con tempranillo y garnachas cultivadas en las tres zonas de la DOCa, que ofrecen un producto armonioso
Olarra Reserva 2015