Enoturismo: cultura y negocio
De la Obarenia y su rico Románico a la Sonsierra, a sus necrópolis, lagares y dólmenes. De los monasterios del Najerilla y del Iregua a los caminos de Santiago y del ferrocarril o a las cuevas de Rioja Oriental:bienvenidos a la tierra de los mil vinos
Enoturismo es cultura. Y cultura tiene un nombre en un territorio como Rioja:vino. La vid y el vino acompañan a la región desde hace dos milenios y el carácter abierto de los riojanos y riojano alaveses tiene mucho que ver con esta mágica bebida.
En este especial de Diario LA RIOJA nos centramos en el enoturismo, además de cultura, un negocio emergente que, en apenas dos décadas ha pasado de la casi nada al casi todo, pero no al todo porque sigue siendo un gran diamante en bruto por explorar y rentabilizar.
Después de unas décadas en que se dio más importancia a la cantidad que a la calidad, tanto en la producción de uvas como en la protección del paisaje, cada vez más bodegas y viticultores son muy conscientes de que cuidar el paisajes es rentable: los grandes vinos del mundo son aquellos que respetan y legan su territorio en las mejores condiciones posibles a las siguientes generaciones. Pese a las más de cien páginas de este especial, todo es pequeño para proponer rutas o simplificar la extraordinaria cantidad de recursos de una región tan pequeña y, al tiempo, tan rica y diversa.
Empezamos por la Obarenia y por sus viñedos y vinos que conviven con una espectacular ruta de templos románicos. Viajamos por las necrópolis, por los lagares y eremitorios medievales de la Sonsierra y también por una ruta aún muy desconocida y mucho más que milenaria como son los dólmenes de Rioja Alavesa. Nos adentramos en las viñas y los vinos de los territorios monásticos del Najerilla y del Iregua, por bodegas y viñedos del Camino de Santiago y por los caminos del ferrocarril que, a finales del XIX, sembraron un reguero de bodegas centenarias desde Logroño hasta Haro.
Descubrimos vinos y viñedos de Rioja Oriental, entramos en las excavaciones rupestres de Arnedo, así como las cuevas de elaboración de Quel o en los viñedos de altura de Tudelilla y Cervera.
El enoturismo es hoy un negocio, pero siempre ha estado ahí como cualquier visitante sabe: nunca los riojanos han negado una vaso de vino a quien visita o viaja por la tierra de los mil vinos.
104 millones de impacto económico estimado