Marqués de Murrieta. logroño
El origen del Rioja ‘moderno’
Luciano Murrieta importó de Francia la idea de la finca Ygay, así como los métodos aprendidos en Burdeos para elaborar su primer vino de Rioja en 1852
Marqués de Murrieta forma parte indisoluble de la historia del Rioja y constituye uno de sus grandes templos que debería ser lugar de peregrinaje, pero que aún es desconocido para muchos.
La bodega responde a las características de los château franceses que Luciano Murrieta había conocido durante sus años de formación en Burdeos. A su regreso a España, este pionero del Rioja decide levantar una bodega en la que pudiera poner en práctica los sistemas de elaboración aprendidos en Francia. Ese carácter innovador llevó al rey Amadeo I de Saboya a otorgar el marquesado a Luciano Murrieta, que fue además, el primer exportador de la región al mandar sus vinos a Cuba y México.
Hoy en día, esos edificios –restaurados hace unos años– constituyen una joya arquitectónica que están rodeados de 300 hectáreas de viñedo que proporcionan la única uva que entra en los calados de Marqués de Murrieta y sirven para elaborar unos vinos que son la esencia de la denominación y mantienen su vínculo al terreno hasta trasladarlo de la botella a la copa.
La tradición del Rioja no está reñida con la tecnología como lo demuestra la nueva bodega de elaboración que esconde bajo unos muros de apariencia centenaria, la mayor modernidad tecnológica que en estos momentos puede albergar una bodega. Esa instalación se estrenó con la vendimia de 2018 y desde entonces trabaja a pleno rendimiento desde la quietud y tranquilidad que le ofrece Marqués de Murrieta, pero sin renunciar a la máxima calidad de unos vinos que encuentran en la centenaria bodega el envoltorio perfecto.
Los propietarios de la bodega, los hermanos Dalmau Cebrián-Segarriga –Vicente y Cristina– fueron los impulsores de la transformación de Marqués de Murrieta y autores del proyecto enoturístico más importante de la Comunidad, ahora ya hecho realidad.
Como los vinos de Marqués de Murrieta, las experiencias enoturísticas que la bodega propone, también tienen un carácter premium.
Amadeo de Saboya premió el carácter innovador de Luciano con el marquesado
Si la producción de sus vides se limita al fruto de ocho yemas, buscan la calidad por encima de la cantidad, las visitas también son limitadas para buscar con el visitante la misma conexión que se da entre el campo, el vino y la bodega.
Seguir el proceso de elaboración de referentes como Castillo de Ygay, Marqués de Murrieta, Dalmau, Capellanía –marcas emblemáticas de la casa– resulta sencillo siguiendo el proceso que la uva sigue entre las piedras de unos muros levantados ya hace más de un siglo.
Muros que, a su vez, dan cobijo a una colección de documentos que constituyen legajos históricos de enorme valor como son los primeros documentos de exportación, el registro de la marca Castillo de Ygay, cartas... o de elementos centenarios de elaboración como la prensa, estrujadora o tinas originales de las primeras vendimias.
Y por supuesto, un botellero histórico que recoge la evolución del Rioja a través de los tiempos, desde aquellos primeros vinos de 1852 hasta los actuales con testimonios embotellados de cosechas tan míticas como las de 1964 o 1970, por citar algunas del pasado más reciente, que se sitúan a la vista de un visitante que cuando acaba el recorrido por todos los edificios puede presumir de haber transitado por el mejor legado que las historia vinícola del Rioja ha dejado en la región.
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