Castillo de Mendoza. San Vicente

‘Hippies’ con ideas claras

Castillo de Mendoza avanza sin dudar en su idea ecológica y sostenible del viñedo

Marta Besga, en el viñedo anexo a la bodega

Mirar hacia el futuro, sin olvidar el pasado. Innovar sin perder la tradición. Todo comenzó en una cueva de San Vicente el pasado siglo y la historia continúa en una cueva. Castillo de Mendoza se mueve sin mudarse.

Castillo de Mendoza es ecologista por convicción, no por moda. Comenzó en el año 2000, cuando plantó en el Alto de Mindiarte. «Entonces era algo extraño. ‘Estos ecológicos, estos hippies, nos decían’», recuerda Marta Besga, enóloga. Dos décadas después, cultiva 35 hectáreas de tierras pobres, elabora nueve referencias (110.000 botellas) y se maneja en espaldera. A contracorriente. «La espaldera nos permite el deshojado en la zona de la uva, buscar una mayor exposición solar y también mayor aireación. Así, la uva se defiende mejor del exceso de humedad y de la proliferación de los hongos. Por otro lado, nos evita el despunte masivo y que el grano sea gordo y apretado».

Castillo de Mendoza Autor ecológico 2017

Precio 27,5 euros

Un vino que representa elegancia y sutileza.
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Eso sí, mantienen la esencia de la tempranilllo y la viura. «Vinos monovarietales, salvo Noralba, que suma graciano. Y parcelarios». Y la memoria, que no olvidan. «Maceración carbónica para los jóvenes y despalillado para los criados», relata.

«Ser ecológico va más allá de no usar herbicida. Ahora trabajamos con las energías alternativas»

Besga cree en un orden: climatología, terruño y mano humana. Ahora bien, ¿cómo son sus vinos ecológicos? «Expresan la identidad del terreno y de las variedades, con poca manipulación en bodega», resume antes de recordar que ser ecológico va más allá de «no usar herbicidas». «Asumes riesgos económicos, pero no cambiaremos nuestras idea. Ahora trabajamos en el desarrollo de energías alternativas, caso del uso de placas solares o disminuir la huella de carbono. Queremos dejar algo mejor de lo que nos hemos encontrado», concluye Marta Besga.