Uvas a la carta, vinos singulares

De Vistahermosa destaca su extensión, extraña por su magnitud en una tierra como La Rioja y propia de latifundios de otras regiones. «Mi padre es riojano y la conocía. En su tiempo fue de Rumasa y estaba enamorado de la finca. Cuando pudo, la compró», recuerda Herrero, que se decantó por una ingeniería de Montes, pero se recicló hacia la enología en la Universidad de La Rioja.

La extensión no es lo único que reclama la atención. 400 hectáreas de las que 167 se dedican a viñedo. 87 de ellas, todas de garnacha, datan de 1973. La mayor reserva de garnachas de Rioja. A la reina de la casa le acompañan casi todas las tintas, menos la mazuelo, y el amplio abanico de blancas. Sin embargo de ese millón de kilogramos largo solo salen 10.000 botellas bajo la etiqueta Conversa tinto y blanco, y Cuesta de la Estrella, un vino de viñedo singular. Garnacha, por supuesto. «Nosotros somos productores de uva y suministramos a grandes firmas de Rioja como Álvaro Palacios, Roda, Muga o Baigorri, entre otras. Uvas a la carta», explica Herrero. «Los años buenos de garnacha alcanzamos los 5.000 kilogramos por hectárea», explica. No quiere competir en el mercado final con tan ilustres firmas. «Hemos experimentando con pequeñas elaboraciones en otras bodegas y ahora en la nuestra», dice.

Oferta enoturística

Viñedo y bodega: Desde 18 €
Gastronomía: Menú paella+ vinos de la finca+huevo frito de gallinas libres del valle y patatas de la huerta. 30€
Gastronomía: Menú Riojano. Prigada de aceite + patatas riojanas+chuletillas al sarmiento + vinos de la finca. 50€

Su gran ilusión es que su finca, su nombre, figure en las etiquetas de los vinos y ya lo están consiguiendo con sus propias elaboraciones.

El enoturismo como gran atractivo

«Cuando alguien viene a la finca, lo que menos enseñamos es la bodega porque lo que quieren es ver el viñedo». Clara Herrero apuesta por el enoturismo rural. Su finca incluye monte pero también tierras de labranza: trigo, colza,... depende del año, aunque no hay agua para regar, lo que se traduce en un problema. Y mucho viñedo. «Hay hilos en espaldera de casi un kilómetro de longitud, muchas variedades, diferentes altitudes... La finca es una pasada», relata mientras disfruta de sus palabras.
Vistahermosa se puede recorrer a caballo en coche de tiro. «Se encarga un vecino», dice. Pero sobre todo ofrece un variado programa enoturístico que se apoya en dos pilares: la espectacularidad del paisaje y la gastronomía.