la rioja alta. haro
El arte de recibir como en casa
En el umbral del Barrio de La Estación de Haro, La Rioja Alta presume de ser pionera en el enoturismo como lo fue en la crianza de los vinos hace más de un siglo
Al Barrio de la Estación de Haro llega el visitante dispuesto. Dispuesto a ver, a oler y a beber. A sentir, en definitiva, que es lo que toca en este trance. Y a sentirse bien. A eso ayudan casas como La Rioja Alta, que casi en el mismo umbral del centenario barrio ferrovinatero recibe como se recibía entonces, cuando a finales del siglo XIX daba sus primeros respingos esta veterana bodega que hoy colecciona admiración y premios. Y el reconocimiento unánime que eleva a categoría, a calidad suprema, sus creaciones ya míticas. ¿O es que acaso no lo son las grandes reservas 890 y 904?, ¿o esos Arana, Ardanza y Alberdi?
«las bodegas hemos aprendido a ofrecer algo entretenido, a hacer disfrutar»
En el número 8 de la jarrera avenida de Vizcaya presumen de ser pioneros desde que en 1890 , cinco familias de La Rioja y el País Vasco se unen en la Sociedad Vinícola de La Rioja Alta, le dejan la presidencia del proyecto ¡a una mujer!, Saturnina García Cid y Gárate, y la dirección técnica a un enólogo francés que atendía por monsieur Vinger y de cuyo conocimiento nació el predecesor del GR 890.
Pioneros que mantienen ese espíritu innovador cien años después también en esto del enoturismo, un spin-off natural de las visitas de los clientes y del Club de Cosecheros que La Rioja Alta puso en marcha en 1976 «para que nuestros amigos pudiesen disfrutar de su propia barrica en nuestra bodega», evoca Marta Enciso, hoy responsable del equipo que atiende la bullente actividad enoturística de la bodega.
Oferta enoturística
Paz y vino
Bulle, porque el trajín sin casi solución de continuidad, de lunes a sábado, forma parte de la banda sonora de un espacio donde se respira... paz y vino. En ese marco, mientras ataca el otoño, casi recién acabada la vendimia, Marta Enciso –32 años de experiencia en la bodega–, recuerda divertida cuando «¡recibíamos en casa!». O sea, lo que eran los primeros vagidos del enoturismo en Rioja. Cuando, dice, «no cobrábamos ni las visitas».
Hoy esto ha cambiado. En La Rioja Alta y en todas las bodegas de la Denominación. El enoturismo forma parte del negocio y cada vez suma más en el mix de sus cuentas. Otra visita se asoma al espacio de catas. El grupo ha visitado la bodega, el túnel botellero del 904, la sala de barricas... Les toca atender a la enóloga mientras prueban algunas de las etiquetas mágicas. Las visitas van de lunes a sábado, que el domingo se hizo para descansar. Y desde los 20 hasta los 45 euros, según los vinos que se sirven.
‘El garaje del Club de Cosecheros’ fue la sensación del último verano. Para ver y para beberse los mejores tragos de la casa. ‘El garaje’ es uno de los wine bar del La Estación que hace obligado el peregrinaje desde el centro de Haro a ese barrio que, parafraseando a Enrique IV, bien vale un paseo.
Embajadores de La Rioja Alta
Viña Arana
Gran Reserva 2015