Bodegas César del Río. Cordovín
Todo está inventado
En el triángulo mágico formado por Cañas, San Millán y Nájera, César e Iván del Río recuerdan cómo las generaciones anteriores fueron pioneras en la elaboración de un vino típico de la zona, el clarete, y también en el enoturismo: «Todo está inventado», sostienen
Viene a cuento esta digresión vitícola cuando ya cerrando el blog de notas César del Río me lo suelta a bocajarro: «En el fondo, todo de lo que hemos estado hablando ya está inventado, lo hacía mi abuelo Inocencio hace 50 años». De reojo veo a Iván, su hijo y la cuarta generación, asintiendo y riendo: «Pues es verdad, los jóvenes sólo podemos agradecer a nuestros mayores lo que hicieron y tratar de mejorarlo; poco más».
Cordovín siempre ha sido una zona de vinos, algo que ya se reflejaba en legajos del monasterio de San Millán. «Somos un pueblo con muchos calados, con enorme tradición de garnachas y claretes en donde nunca ha habido cooperativa. Y para ciento y pico habitantes estamos once bodegas, aquí desde pequeño se mama y se vive el vino. Éramos todos cosecheros».
Cuatro generaciones y un mismo fin: prestigiar el vino de Cordovín
Se ha logrado que el mismo topónimo identifique un tipo de vino, como se ve en multitud de barras del norte donde se pide un Cordovín en lugar de un clarete. «Aquí siempre se ha hecho», apunta Iván, «de garnacha y viura en un coupage que nacía en la misma viña y del que se han vendido a lo largo de los años miles y miles de garrafones a gente del País Vasco».
«Y ese fue quizás el germen del actual ‘boom’ del enoturismo en el Alto Najerilla, algo a lo que hemos sumado la enorme riqueza de los monasterios. Es un triángulo mágico formado por San Millán, la abadía cisterciense de Cañas y el monasterio de Santa María la Real de Nájera. La gente que llega une al enoturismo una oferta cultural que pocas comarcas pueden ofrecer».
Llega el aficionado feliz tras haber levitado en el Panteón de los Reyes de Nájera y respirado luego el aire monástico donde se escribieron las primeras palabras en castellano y euskera, y quiere completar la oferta con la cultura vitícola. «Un 70% de la gente que viene aquí es del País Vasco y se les ofrece una visita sencilla a bodega donde pueden catar los vinos directamente de depósito, diferentes barricas o en distintos estado de crianza, eso les encanta. Y siempre conmigo al lado». explica Iván del Río. «Luego también hacemos catas comentadas, maridaje, catas y visita a viñedos..., la oferta es grande. Ojo, aquí en Cordovín y en nuestra otra bodega de Alesanco, a pie de carretera y el plena ruta de los monasterios». Cercanía y personalización porque esta atención únicamente la hace Iván.
Sale la curiosidad del periodista: ¿y si os piden una cata de vuestro Liberatus en el propio viñedo donde nace? «Sin problemas, por 25 euros se lo ofrecemos. Y si quieren además comer luego en el comedor de la bodega, ajustamos el precio y salen de aquí felices». Bebidos y bien comidos, que dice el refrán.
En Cordovín, hace unas décadas, mandaban los garrafones y los graneles para los que se acercaban al pueblo. «El enoturismo de antes consistía en atenderles en bodega, sacarles un porrón y luego intentar venderles alguna caja de clarete. Hacían enoturismo a su forma, enseñándoles lo que tenían, dándoles cuatro nueces para que pasara el vino y echaran otro trago. Así se iba la mañana, explicándoles su trabajo», recuerda César.
Vuelve Iván al presente: «Tenemos tres gamas de vinos, César del Río que refleja lo que siempre han sido los vinos del pueblo; la gama Yursun seleccionando viñedos y, por encima, nuestro Liberatus, una garnacha superseleccionada de un único viñedo en Laguzadera con 850 botellas. Y, si todo sale bien, de otra viña vieja saldrá un blanco Liberatus que promete muchísimo».
Al término brindo con César e Iván por estos nuevos proyectos pero, sobre todo, por las generaciones pasadas que pusieron los cimientos de lo que hoy disfrutamos. Allí donde estén, va por ellos. Por un tipo de gente que, sin otros estudios que la vida, sin marketing ni relaciones públicas sabían más que muchos licenciados de nuevo cuño.
Oferta enoturística