OLIVIER RIVIÈRE VINOS. LAGUARDIA
La cosecha marca el movimiento
Los vinos pueden clasificarse como las personas, con alma o sin ella. Los de Olivier Rivière son de los primeros
La filosofía que ha marcado su camino desde que en 2004 llegó a La Rioja ha sido siempre la de respetar el origen. «Cuando empecé mi proyecto lo hice en la zona del Alto Najerilla, quería hacer vinos frescos, con menos extracción de lo habitual. Mi ideal era conseguir finura, equilibrio, con crianzas menos marcadas y fidelidad a su origen».
Punto de partida, conseguir uva ecológica: «La encontré en Cárdenas y empecé a comprar en 2006. En mi gama hay vinos de las tres comarcas, Alta, Alavesa y Baja, pero sin reivindicarlo porque el papeleo del Consejo no me interesa». Lo suyo es, simplemente, hacer buenos vinos. Para conseguirlo todos los medios se centran en el campo. «Mis viñedos los trabajo evitando herbicidas y abonos químicos que enmascaran la tierra, intentando que se desarrolle la fauna propia de la zona. Quiero conseguir el vino de terruño tal cual es».
LA BASTID
Precio 22 euros
Viura, malvasía y garnacha blanca criadas en barricas de 500 litros durante 10 meses.
Casi de puntillas ha ido sumando etiquetas –preciosas, por cierto– a su oferta. Son seis tintos y, dependiendo de la añada, dos o tres blancos. E invariablemente con métodos de elaboración muy sencillos: «No quiero encasillarme, siempre con la mente abierta. Si tengo que despalillar, despalillo; si tengo que utilizar la uva entera, uva entera. ¿La cosecha pide más raspón? No hay problema, lo meto. Tengo mi filosofía de trabajo, pero cada añada me puede pedir cambios y no me importa». Tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo: «Todo se resume en estar atento al potencial y al perfil del año».
Y así fue en 2012, cuando este francés dio un golpe sobre la mesa: nacía Mirando al Sur. «Soy un enamorado de los vinos de Jerez y quería hacer algo diferente. Me pudo la curiosidad y las ganas de criar una viura en una bota de Jerez». Un vinazo que rompió esquemas. Sin riesgo no hay gloria, debió pensar el de Cognac.
Un espíritu que Olivier ve en la Rioja actual. «En los últimos años hay proyectos superchulos, gente joven inquieta y con curiosidad que representan el futuro. Rioja está siguiendo un camino que se empezó en la Champagne, donde todos los años se presentan nuevos productores con 2 o 3 hectáreas que enriquecen aquella zona. Ese modelo se está trasladando aquí».