Tobelos bodegas y viñedos. Briñas
La Sonsierra oculta
Briñas, flanqueada por Haro, San Vicente y Labastida, tres enclaves fundamentales de la viticultura riojana, reclama a gritos su espacio en esta rica comarca de pequeñas parcelas y tradición milenaria
Si lo reclama es porque se lo merece. Briñas es el pequeño municipio que reivindica también Bodegas y viñedos Tobelos, una de las pocas activias comercialmente de la localidad: «Los vinos de Briñas y su entorno son los que queremos dar a conocer», comenta Adriana Laucirica, enóloga de la bodega. «Nuestra zona –continúa– es climatológicamente casi perfecta, con viñedos de los de antes, en vaso, con alta pluviometría y una peculiaridad que nos distingue, el viento Norte».
La magia de Tobelos y de Briñas es su paisaje, el entorno en el que puedes perderte disfrutando del viñedo en otoño, donde cada imagen es una postal: «Sí, alguno de nuestros vinos son de paisaje, vinos parcelarios, como Los Quiñones en San Vicente, con viñas de 90 años; Las Piletas, en Labastida; o Salinillas, en Salinillas de Buradón, que es el único pueblo al otro lado de la Sierra Cantabria», indica la enóloga de Tobelos. «Son vinos muy personales, que definen la Sonsierra y la expresan en toda su dimensión».
Los Quiñones
Nos acercamos a Los Quiñones. Una parcela a los pies de la sierra de Cantabria que, además de una belleza que apabulla, cuenta con los restos de una ermita del siglo XII y una necrópolis anexa datada entre el IX y el XVI. Encontramos hasta 72 tumbas. Lola Francisco, encargada de enoturismo, comenta que es la propuesta más demandada por las visitas, aunque con limitaciones por la dificultad de acceso a la viña: «Hay que subir con todoterreno, pero una vez que llegas vale la pena. Ahí tomaos tres vinos, entre ellos el blanco de la misma viña que es viñedo singular, Los Quiñones de Tobelos, con un pequeño picoteo y lo que vivimos aquí es un momento mágico».
La magia de la Sonsierra se refleja en los vinos de Tobelos
Oferta enoturística
Vinos que escapan de la mediocridad
Marco Aurelio dijo que «no hay ningún lugar al que puedas ir que sea más pacífico que tu propia alma… retírate con ella y luego regresa a confrontar aquello que tienes por delante». En este viñedo, con un blanco en la mano, creo que Adriana, Lola y un servidor, en silencio, nos sentimos en esa paz descrita por Marco Aurelio.
Además de atender a las visitas, Tobelos abre a las 12 abre su wine bar con entrada libre y con la posibilidad de catar todos los vinos: «Cuando nos preguntan les recomendamos acercarse a Briñas, un pueblo chiquitín pero precioso, y con un paseo junto al río que deslumbra con el meandro Tondón enfrente y su embarcadero. Además la oferta de hoteles y restaurantes es amplia para su tamaño, pero también está Haro a dos kilómetros y Salinillas, un pueblo medieval amurallado muy bonito».
Mientras sirve Adriana Laucirica la última ronda, comenta que «nuestro futuro tiende hacia vinos parcelarios o muy de zona porque tenemos pequeños viñedos que pretendemos dar a conocer». «En unos años –continúa–saldrá el vino más alto de gama de la bodega, que ya empezamos a elaborar en 2021 y que está hecho con un cariño enorme con uvas de cuatro proveedores fieles de la casa». «Es mi homenaje –continúa– hacia ellos, pero de momento… no te puedo contar más», indica entre risas.
Me quedo entonces con lo que tengo a mano y apuro el último trago de Quiñones. ¡Qué buena mañana hemos echado en Briñas!