Bodegas Puelles. Ábalos

El viajero impenitente

Jesús Puelles es un hombre inquieto. Recién llegado de su tercera vuelta al mundo, retorna a su bodega-hotel de Ábalos, donde cría sus vinos y recibe a los amigos con la ayuda de sus hijos

fernando bóbeda fernando bóbeda
El hotel, anexo a la casa familiar, rodeado de viñedos, cuenta incluso con piscina interior.
El hotel, anexo a la casa familiar, rodeado de viñedos, cuenta incluso con piscina interior.

Siempre he sentido a Jesús Puellés como alguien que se mueve con la vista al frente, hacia el futuro, con los oídos bien abiertos, escuchando más que hablando, tomando nota mental de todo lo que ve para, luego, ponerlo en práctica en sus viñedos y en su hotel. Susurrando a las cepas lo que vivió en la Borgoña, contándoles cómo trabajaban en Chianti, la manera de tratar el enoturismo en California, la forma de elaborar en Nueva Zelanda… «Recuerdo allá por 1998, en la bodega de Robert Mondavi, donde en la visita me dieron tres tarjetas de educadores de vino, tres personas dedicadas a atender a los aficionados. ¡Madre mía, era increíble! Nosotros siempre habíamos hecho visitas, pero a otro nivel. El verdadero empujón fue una vez en el hotel Los Agustinos, donde el director se quejaba de que no podía enviar a los turistas a ver alguna bodega... Yo le dije que me los mandara a Ábalos, que haría varios turnos para dar abasto», explica el bodeguero de Ábalos.

Siempre con nuevas ideas, el de Puelles es un conjunto enoturístico de primer orden

Enoturismo, la palabra mágica. «Visitas siempre ha habido, pero antes eran más de compromiso. Se le enseñaba la bodega, se les invitaba a comer y al irse se les regalaba un decantador o una botella, poco más». Pioneros como David Moreno en Badarán, Jesús en Ábalos o Muga en Haro abrieron un camino por el que muchos ahora transitan. «Que la gente venga a tu pueblo, se empape de su paisaje, que hable con la gente y luego disfrute de sus vinos en la comarca, no hay mejor publicidad. Los primeros años les enseñábamos la iglesia, la bodega de mi padre y las cuevas. Intentábamos fidelizar al cliente, te compraban botellas y sobre todo te ponían cara».

Una fecha mágica

Pasan las hojas del calendario y llega 2006. Interviene en la conversación Irene, su hija: «Ese fue el año en el que construimos el hotel, que fue de los primeros junto a la bodega y los viñedos». «Como fue una novedad –recalca Jesús– salías en las revistas y te conocía gente de toda España. Una vez vinieron una pareja de americanos y alquilaron el hotel entero para ellos solos. Los tratamos como a reyes».

Hasta la pandemia funcionaba como hotel y ahora se renta entero para grupos que alquilan las seis habitaciones. Con el relevo generacional tomando poco a poco el mando de la bodega, Irene apunta que su mayor activo es la cercanía. «Estamos siempre abiertos a recibir a la gente. Tenemos una visita que ni siquiera debe reservarse en donde llegan a catar y se prueban seis vinos. Así se llevan una visión global de la bodega. Otra opción es una visita guiada por bodega y al viñedo que la rodea, y, la más completa, vemos los lagares rupestres con un paseo por el pueblo. Es más privada y más exclusiva y también pueden hacerse socios de nuestro club de vinos».

Oferta enoturística

Vendedme Ábalos, les planteo como un juego. «Ofrece un patrimonio enorme con su iglesia y sus casonas del XVII, el paisaje con la montaña atrás y los viñedos casi salvajes en el monte. Tenemos el potencial de bodegas, los suelos, el viento norte, que da personalidad a los vinos. Ábalos es ideal en plena Sonsierra, con Haro a 10 minutos, Laguardia a un paso, Briones y San Vicente ahí al lado… Un conjunto que hace comarca. Nos queremos quedar», die Irene orgullosa, «y hacer nuestra vida en la Sonsierra».

Su hermano Arturo lleva el viñedo y ella la comunicación. «Las visitas siempre las hacemos yo o mi padre, y eso crea una complicidad porque sienten la pasión y la historia que hay detrás. Bajan mi madre y mi hermano Miguel a saludar, asamos unas chuletillas con ellos y nos terminan conociendo a todos porque vivimos aquí». Hay más proyectos: ampliar espacios, un nuevo vino ‘top’ que ya crece en la barrica… «Me gusta el vino y lo hago como me gusta a mí. Y quiero que la gente venga a conocerlo y a beberlo conmigo y mi familia en la bodega», termina Jesús Puelles.

Molino de Puelles 2017

Vino ecológico

Tempranillo de cultivo ecológico de un viñedo que rodea a la bodega. 14 meses de roble francés y americano. 9,5 €.
Molino de Puelles 2017

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