El bodeguero siempre ha creído en el valor y la orografía de las viñas viejas de Briones
Por Diego Marín A.
Miguel Merino comenzó a trabajar en el sector del vino como exportador pero en 1994 inició su sueño de elaborar su propio vino. Eligió Briones para asentar allí un proyecto familiar, con una casa bodega y una filosofía de trabajo que se basa en hacer «los mejores vinos posibles pero sin aspavientos». «Cuando decidí complicarme la vida decidí hacerlo en un pueblo como Briones, del que, a parte de ser muy bonito, me gusta mucho su orografía y los tipos de suelo. Siempre me gustaba venir aquí con los compradores extranjeros y probar los vinos», recuerda Miguel Merino (padre).
«Siempre hemos hecho vinos de pueblo sin saberlo, o más bien sin pensar en que iba a poder reflejarse como una categoría, más bien porque las viñas que nos gustaban estaban cerca, en el municipio», afirma Merino. Todas las viñas de la bodega pertenecen a Briones, salvo una nueva que han incorporado recientemente y que se sitúa en Laserna (Rioja Alavesa). «La helada fue tan feroz y redujo tanto la cosecha que nos quedábamos con muy poquita producción, y aunque no hacemos vino joven y podíamos asumir las consecuencias, surgió la oportunidad», expone Merino. La mayor parte de sus botellas se dirigen a la exportación y eso influye en que «nunca nos hemos encasillado en ninguna de las clasificaciones que existían en Rioja, pero la nueva posibilidad de poder garantizar y certificar al consumidor que las uvas de ese vino procede de este pueblo, para nosotros, es algo bueno», afirma Miguel Merino (hijo), y añade: «La categoría de vinos de pueblo parece hecha para nosotros. No sé si va a ser un plus comercial pero me parece una buena opción. Las reivindicaciones que ha habido son legítimas, aunque la categoría de vinos de pueblo no sé si es la solución a todos los problemas».
El trabajo de Bodegas Miguel Merino no está cerca de las ostentaciones sino que se centra en la personalidad del pueblo de Briones, su terreno, sus viñedos, «una pequeña mini obsesión que tenía yo cuando arrancamos», confiesa el padre. La idea de la bodega es acogerse a los vinos municipales con «el buque insignia de Miguel Merino», el reserva, su emblema como bodega y que, consideran, les define como elaboradores. También certificarán el Mazuelo de la Quinta Cruz como vino municipal.
Tempranillo y graciano
El vino Miguel Merino Reserva es la seña de identidad de esta pequeña bodega de Briones. En las grandes añadas seleccionan las mejores uvas para elaborar este vino. No disponen de despalilladora, así que el trabajo es manual. La elaboración se realiza, sobre todo, con uva tempranillo, aunque también tiene un poco de presencia el graciano. La viña de la que procede fue plantada en los años 60, lo que aporta intensidad al vino. Miguel Merino produjo 10.417 botellas de la añada 2006, después de una crianza de 19 meses en barrica.
Bodegas Miguel Merino
Variedad: tempranillo y graciano (5%)
Elaboración: 22 meses en barrica y largo reposo en botella
Añada: 2011
Precio: 29€