Por Pablo García Mancha
El vino en la cocina como una experimentación de ideas, como un paseo por el alma gastronómica de cada cual. En este caso, cuatro jóvenes chefs riojanas (o que trabajan en restaurantes de La Rioja) que han aceptado el reto/invitación de soñar el vino en cuatro recetas en las que el líquido elemento riojano aparece como una idea, como un sueño, como un ejemplo o materialmente desmaterializado. Cocinar con vino teniendo presente sus aromas. Cocinarlo como si fuera un recuerdo, como una evocación o como un sueño; o como un paisaje. El alma de cuatro cocineras que han contado con la libertad para crear su pequeño relato gastronómico. Cuatro historias a través de la sensibilidad y técnia de Mónica Loro (Arriero Tapas, de Sorzano), Carolina Sánchez (Íkaro, Logroño), Patricia Castañón (Coliceo 29, Calahorra) y Lucía Grávalos (Kabanova, Logroño). Mónica Loro ha elaborado un postre evocando a los vinos supurados de las faldas de la sierra de Moncalvillo; Lucía se ha acordado de su abuela para revivir aquellos rabos de toro de lidia al vino tinto: contundencia con guante de seda... Patricia Castañón ha cerrado sus ojos y mirando a las viñas ha contemplado una bandada de aves volando los campos de vinos. Y Carolina, que es ecuatoriana, ha sacado el alma del vino a través de la sorpresa del descorche y la patata, que une América con España en un abrazo gastronómico de ida y vuelta.
Cada una de ellas ha manejado su memoria, su técnica y su talento a su propio antojo para deslumbrarnos con cuatro elaboraciones definidas por el amor a un producto que reconocen esencial en su desempeño gastronómico. En el vino se sostienen todos los aromas del universo y cada olor nos transporta a un recuerdo. Ylas cuatro cocineras tienen magia en sus dedos para emocionarnos.