Los nuevos Riojas

Riojas de viñedo singular, de municipio, de zona y espumosos: presentamos los nuevos vinos con los que, poco o poco, deberá ir familiarizándose el consumidor

Un crianza por favor... Esta habitual muletilla que durante décadas ha servido para pedir una copa de Rioja en las barras comienza a quedarse corta. Rioja ha tomado este verano decisiones históricas que supondrán la llegada al mercado, de forma paulatina, de vinos con nuevas indicaciones. Hasta ahora, la única concreción geográfica eran los vinos de subzona: Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rioja Baja, que pasan ahora a denominarse de zona, mientras que desde ya también se puede indicar, de forma garantizada, el pueblo de procedencia de las uvas. Más trascedente es la nueva categoría de vino procedente de ‘viñedo singular’, aunque en este caso –es necesaria una modificación del pliego de condiciones– probablemente los primeros vinos no saldrán al mercado hasta principios de 2019. Lo mismo sucede con los vinos espumosos de calidad de Rioja, una nueva apuesta más allá de los cavas que hasta ahora elaboraban cinco bodegas riojanas.

Los quince meses mínimos exigidos de estancia en bodega desde la segunda fermentación retrasarán también la salida al mercado de los primeros espumosos de Rioja hasta principios del 2019.

En estas páginas podrá descubrir las primeras bodegas que ya se han inscrito en viñedo singular, en vinos municipales y en los nuevos espumosos de Rioja. Se trata de una apuesta a largo plazo que, por primera vez en la historia de la denominación, mira hacia el origen de los viñedos.

Las decisiones suscitan debate, incluso oposición en algún caso, pero la necesidad de diferenciar los vinos es compartida por casi todos los protagonistas. En estas páginas, descubrirá nuevos proyectos, de gente joven y no tan joven, que ven en la nueva categoría de viñedo singular una oportunidad para evitar al arranque de viejos viñedos: «¿El ‘Rioja’ se está comiendo a ‘La Rioja’?». La frase resume la encrucijada a que ha llegado la denominación de origen.

La diferenciación de vinos por calidades en Rioja no es un debate nuevo y, de hecho, desde principios de los 2000 ha sido un tema recurrente. La aprobación de los vinos de viñedos singulares, a la vista de los resultados, parece que ha sido acogida con interés: 44 bodegas, 111 parcelas y 172 hectáreas son una cifra importante cuando apenas ha habido tiempo desde su aprobación hasta la vendimia. Lo mismo puede decirse de los vinos municipales, con 37 solicitudes.

Una esperanza contra el arranque de viejos viñedos

Las nuevas indicaciones sobre entidades geográficas menores convivirán con las etiquetas de las menciones tradicionales de crianza, reserva y gran reserva, hasta ahora la única distinción de vinos de Rioja y condicionada únicamente por los tiempos de estancia en barrica. Viñedos Singulares tendrá también en su momento una contra etiqueta específica, mientras que las indicaciones de municipio y zona vendrán en las etiquetas frontales (aunque con una codificación específica para su contral también en las ‘contras’). Uno de los debates más interesantes que se han suscitado es la convivencia de este nuevo modelo que mira hacia el origen de los viñedos con los vinos históricos, de largo envejecimiento que en muchos casos se etiquetan como reservas o grandes reservas y que mezclan uvas y diferentes fincas o viñedos y procedencias.

LAS CONTRAETIQUETAS


Contra genérica

Indica que el vino no sigue las normas de crianza. Vinos jóvenes, pero también hay grandes ‘genéricos’.

Contra de Crianza

El vino ha sido criado dos años, uno de ellos en barrica (tintos) antes de salir al mercado.

Contra de Reserva

Criado al menos 36 meses, doce de ellos en barrica de roble en el caso de los tintos.

Gran reserva

Envejecimiento durante al menos 24 meses en roble y otros 36, en botella (tintos).

Al margen de estos desajustes –esto es un primer paso– y de que la letra pequeña guste más o menos, lo cierto es que la diferenciación de viñedos abre una vía de salvación para viejas parcelas que se han ido arrancando y otras abandonando para el cultivo al no compensar su coste de producción con el precio obtenido por el viticultor por las uvas. Con las nuevas figuras será el mercado el que diga si está dispuesto a pagar más por vinos con mayores costes, pero se abre una ventana para recuperar y valorar esos viejos viñedos históricos reconocidos singulares.