Bodegas Viña Ijalba. Logroño

En la variedad está el gusto

Ijalba, nacida a la ‘contra’ en 1991 con su apuesta por las uvas minoritarias, es uno de los mayores cultivadores de graciano

A. Gil J. Rodríguez

En pleno auge del tempranillo, Dionisio Ruiz Ijalba fundó en 1991 Viña Ijalba. La bodega nació a la ‘contra’: eran momentos de crecimiento del vino como negocio y también de las nuevas plantaciones de tempranillo en Rioja, pero la familia Ijalba apostó por las ya entonces, y hoy todavía más, variedades de uva autóctonas pero minoritarias: «Para nosotros fue una forma de diferenciarnos, pero también fue fundamental entender nuestros propios suelos, clima y viñedos», explica el enólogo de la casa, Pedro Salguero. «Es decir –continúa–, teníamos viñas en muchas zonas de Rioja, pero bastante en Logroño y el entorno de Viana que, para mí, es la mejor lugar para el graciano y, de hecho, hoy en día es la variedad, por su carácter, casi más importante de nuestros vinos».

En este sentido, Viña Ijalba trabaja con el tempranillo (45% del total de su viñedo), pero el 25% de las 90 hectáreas en propiedad son de graciano, el porcentaje más alto de todas las bodegas de Rioja: «Lo elaboramos como varietal, pero está en porcentajes muy representativos también en nuestro crianza, en el reserva y en el cuvée; es una uva clave para nuestros vinos».

Salguero destaca la «frescura», la «intensidad», y la «alegría» que aporta el graciano al tempranillo, aunque no es una uva sencilla: «Hay que trabajarla mucho en el campo, con rendimientos limitados y con mucha atención a la maduración porque tiene que ser completa, al igual que en la vinificación sobre todo si se trabaja con madera».

Ijalba elabora también un varietal de maturana tinta, variedad que igualmente incorpora cada vez más en el ‘coupage’ de sus vinos más convencionales: «Es otra pasada, pura intensidad que ayuda muchísimo al tempranillo y que aporta más complejidad; pero con esta sí hay que tener cuidado con las mezclas porque puede ‘apoderarse’ casi al completo del vino».

Salguero tiene claro que el cambio climático está haciendo despertar el interés por las variedades como graciano, garnacha y mazuelo porque son de ciclo más largo: «Efectivamente, estamos teniendo problemas con los tempranillos, que vienen cada vez más adelantados y para lograr la buena madurez fenólica se nos están yendo un poco de grado». «Estas variedades –agrega– han estado siempre ahí en nuestros viñedos y, para mí, es positivo que se vuelva a recurrir a ellas porque dan más complejidad en líneas generales a los vinos».

IJALBA GRACIANO

Un gran varietal de una de las uvas más difíciles, pero con más personalidad de Rioja. Precio 14 euros.

  • Bodegas Viña Ijalba
  • Ctra. de Pamplona Km. 1. 26006 Logroño, La Rioja
  • 941 261 100
  • ijalba.com

Ijalba fue pionera al poner en el mercado el primer varietal de graciano, cuando elaborar monovarietales en Rioja era poco más que una locura, y más de esta uva; fue pionera también en el cultivo ecológico de todos sus viñedos y en la experimentación de las uvas minoritarias que finalmente fueron autorizadas por el Consejo Regulador en el año 2007. Es decir, la diferenciación siempre la ha basado en la diversidad y en huir de la ‘monotonía’ y de los caminos más convencionales.

Los blancos de Ijalba

Un capítulo especial es el de los vinos blancos que, desde el origen, han tenido un peso muy superior a los de cualquier bodega de Rioja, cuando la mayor parte de ellas estaban renunciando a estas elaboraciones: «Nosotros siempre hemos creído en nuestras variedades blancas, en la viura por supuesto, y participamos también desde el primer momento en las experimentaciones del CIDA con tempranillo blanco y maturana blanca». «Nuestro porcentaje de elaboración de blancos –añade– es del 30 cuando en Rioja apenas si llega al 5%».

«El graciano es clave para nuestros vinos, como varietal y como mezcla»

Pedro Salguero está especialmente encantado con la maturana blanca: «Tenemos seis de las 35 hectáreas que hay plantadas en Rioja de maturana y para mí es el futuro de nuestros blancos». «El tempranillo blanco tiene la virtud del nombre emparejado con su hermana tinta, pero la maturana es un ‘cañón’, más atlántica, más fresca, con pH bajo y con unas lías extraordinarias para trabajarlas en bodega». «La maturana –continúa– tiene además una gran capacidad para el envejecimiento, que es por donde debería apostar Rioja para diferenciar sus vinos blancos; en cierta forma, para mí, esta uva es para los blancos como el graciano para los tintos».

Tanto el tempanillo como la maturana blanca completan la versátil y sorprendente colección de varietales de Ijalba (graciano y maturana tinta además en tintos): «El tempranillo es cómodo, tanto en el campo como en bodega, y no seré yo quien ponga en duda su extraordinaria calidad y que es, y debe seguir siendo, la bandera principal de Rioja, pero hay que trabajar también con estas opciones que nos ha regalado la historia y la tradición de la viticultura riojana», sostiene Salguero. «Es como la paleta de colores de un pintor, que, cuanto más amplia, siempre te permite jugar con diferentes opciones para lograr un resultado mejor».

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