La Estación ha contado en su historia con trece directores
Por la Estación Enológica de Haro han pasado cientos de vidas. Peones, químicos, enólogos, capataces, ingenieros, peritos... Personas que han contribuido con su trabajo a forjar el prestigio de la Enológica en el mundo vinícola tanto en España como más allá de nuestra fronteras. Sobre todos los puestos, sin embargo, destaca la figura de los directores, cuyas manos han manejado el timón de la institución en las necesidades de su presente y los retos del futuro. Trece, nueve hombres y cuatro mujeres, han sido los rostros de la Enológica en sus 125 años.
La Estación jarrera fue puesta en marcha por el ingeniero toledano Mariano Díaz, quien abre la lista de directores con un breve periodo de poco más de un año de puesta en marcha de la Enológica. Un comienzo silencioso pero efectivo del que toma el testigo uno de los grandes directores de la historia de la Enológica: Víctor Cruz Manso de Zúñiga y Enrile.
Jarrero de nacimiento, había dirigido ya la Estación Enológica Central de Madrid antes de tomar el mando de la de su localidad. Manso de Zúñiga ocupa el cargo durante casi tres décadas de 1893 a 1921, enfrentándose a la filoxera, afrontando la construcción de nuevos edificios para la Estación Enológica, ampliándola labor investigadora con métodos y estudios realmente actuales y abriendo las conferencias a otras localidades de La Rioja. Su colección de Memorias es el mejor testimonio de un periodo brillante para la Enológica.
Víctor Risueño Muriedas asumió en su dirección, de 1921 a 1925, una línea continuista con respecto al guión marcado por Manso de Zúñiga, y abre paso a otro largo y complejo periodo, entre 1925 y 1940, en el que Moisés Martínez Zaporta asume el mando, reanudando los cursos formativos, buscando proyectos innovadores que no llegaron a ver la luz y sufriendo finalmente el declive al que condeno a la Estación jarrera la Guerra Civil.
El quinto director, Enrique de la Lama y del Arenal (1941-44) fue el primero en fijar su residencia en Logroño, no en Haro, y centró su actividad en las labores administrativas. Más prolífico fue Antonio Larrea Redondo, que entre 1944 y 1971 alumbró el esplendor de la Enológica y la nueva Denominación de Origen Rioja, de la que fue también presidente. Superando las dificultades iniciales, el centro jarrero se une a la modernidad y a la expansión del Rioja, que continuará Ángel de Jaime Baró (1971-84), con el que aumentó notablemente el prestigio de una institución ya convertida en un referente indiscutible.
Tras asumir el Gobierno de La Rioja las competencias sobre la Enológica se abre un periodo entre 1984 y 1991 con tres directores: Manuel Ruiz, Pilar León, la primera mujer en el cargo, y Juana Martínez. Pedro Benito Urbina, de 1991 a 2004, dirige una etapa abierta a los nuevos métodos de análisis y las certificaciones europeas e internacionales, cediendo el testigo a Monserrat Íñiguez, que se jubiló hace pocos meses tras 41 años trabajando en la Enológica. Elena Meléndez fue nombrada hace unas semanas nueva directora, abriendo en este aniversario una nueva etapa.