El torrente sanguíneo de la Enológica

El riguroso trabajo de control analítico que requiere la protección del Rioja

Como todo buen latido, su ritmo es constante. Tac-tac-tac... para bombear sangre al torrente sanguíneo de la Estación Enológica de Haro. Un corazón poderoso, en forma, a pesar de sus 125 años. No para; es más, incrementan sus pulsaciones con el paso del tiempo. Rejuvenece por la inversión tecnológica constante.

El corazón de la Estación Enolóigca de Haro se encuentra en sus laboratorios que en la actualidad funcionan a pleno rendimiento y al mismo tiempo se está desarrollando una nueva ampliación para mejorar los servicios vanguardistas de estos laboratorios de referencia en todo el país.

Se trata en sí mismo de un laboratorio dividido en tres espacios perfectamente diferenciados para su correcto funcionamiento. Por un lado, el ajetreo constante del laboratorio de Control de Calidad e Instrumental, que dirige Elena Meléndez. Por otro lado, el laboratorio de Microbiología, dirigido por Ana Alonso. Y en tercer lugar y no por ello menos importante, el espacio destinado a una de las joyas de la corona: la máquina de Resonancia Magnética Nuclear, bajo la tutela de Eva López.

Un laboratorio con tres ventrículos que generan el gran movimiento diario de la Estación Enológica de Haro. Batas blancas por todos los lados para garantizar, entre otros muchos aspectos, la calidad del vino de Rioja que aparece bajo la garantía que fija la etiqueta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja. Agricultores y bodegueros son los garantes de la calidad del vino de Rioja, y la Estación Enológica presta sus servicios a modo de guardián de las esencias.

Pedro María Puras es uno de estos técnicos de la Enológica. Desde el año 1982 lleva trabajando de forma directa sobre el control de calidad de los vinos de Rioja, y también de otras partes de España. Es más, formó parte del equipo que recibió las competencias del Ministerio hacia las Comunidades Autónomas para la puesta en marcha de dos proyectos pilotos para crear las Denominaciones de Origen Calificadas. «Uno en Requena y el otro en Haro», recuerda. «El objetivo fue lograr un rango superior en la calidad de estos vinos en zonas muy concretas».

El laboratorio de la Estación Enológica jugó un papel muy importante en la consecución de este reto desde la consolidación de unos equipos técnicos que lograron mejorar el control de la calidad de los vinos en el proceso de elaboración gracias a su labor en estos laboratorios. «Teníamos claro que podíamos mejorar la calidad de los vinos desde la realización de análisis en el laboratorio», rememora Puras. Y el tiempo le ha dado la razón. «Y para ello tuvimos que dejar atrás la anterior época, para iniciar un importante proceso de automatización de los análisis con el objetivo de hacer mejores controles a una mayor cantidad de vinos y muestras». Antes, todo se hacía a mano, con más gente; y ahora, aunque sigue siendo necesario más personal, la Estación Enológica es capaz de analizar todo el vino de Rioja elaborado en La Rioja y también vinos de otras partes de España. «Es más, el 48% es de Rioja, y el 52% restante es de otras partes del país», señala Elena Meléndez, directora del laboratorio de Control de Calidad e Instrumental.

Son muchos los motivos de orgullo que a día de hoy pueden poner sobre la mesa los técnicos que trabajan en la Estación Enológica, pero hay uno que forma parte del recuerdo compartido de todos, porque fue sin duda uno de los hitos más destacados: «Logramos fijar los parámetros analíticos del vino de Rioja de calidad, y estos no se han modificado». Un Rioja debe cumplir con estos parámetros, o se queda fuera de la Calificada. «Al principio les costó a los elaboradores lograr estos indicadores, pero se adaptaron con bastante rapidez», apunta Puras.

Es decir, los elaboradores dominan a día de hoy a la perfección cómo en la bodega se debe elaborar un vino de Rioja que cumpla con todos los criterios analíticos necesario. Así que el siguiente paso que se está dando en la actualidad para seguir bombeando calidad en la Denominación es el control en la botella.

Los ‘bichitos’

Calidad, calidad, calidad, son tres pilares fundamentales en el trabajo que se realiza diariamente en los laboratorios de la Estación. La seguridad y la garantía para los bodegueros, los intermediarios y los consumidores son aspectos fundamentales. Así como la lucha contra el fraude en un mercado global.

Así que cada día son más los países que reclaman análisis incluso más exhaustivos. De ahí la presencia del laboratorio de Microbiología. Ayuda a los bodegueros a explicar ciertos problemas como las precipitaciones, y también a cumplir con la legislación que ciertos mercados piden para introducir vinos en sus fronteras. «Cada vez es más importante la microbiología, y cada vez contamos con más servicios. No hemos dejado de evolucionar desde el año 2004, cuando arrancó una nueva era en el control microbiológico de las muestras del vino», indica Ana Alonso, responsable del laboratorio de Microbiología.

Desarrolla su labor junto a otras dos técnicas en un espacio perfectamente aislado del resto de instalaciones, «para evitar contaminaciones entre las muestras». Pero no es suficiente. Por eso, en la actualidad se están desarrollando unas importantes obras en otros espacio de la Estación Enológica que «para marzo» será el nuevo laboratorio de Microbiología. «Esto nos permitirá mejorar nuestros servicios, para seguir siendo una referencia, porque podremos cumplir con lo que nosotros llamamos la ‘1725’, para acreditar un nivel de control que nadie en España ofrece en estos momentos», explica la directora de Microbiología Ana Alonso.

«El primer objetivo fue lograr un rango superior de calidad en ciertos vinos»

La huella dactilar


Laboratorio de la Estación Enológica de Haro

En el tercer laboratorio, la Estación Enológica de Haro está poniendo en marcha otro de esos proyectos que le confirman como referente nacional en el análisis del vino. El uso de la resonancia magnética permite acreditar el origen del vino de cualquier lugar del mundo con total exactitud. La ciencia y la innovación han desarrollado una máquina que extrae la huella dactilar del vino.

Disponer de la huella dactilar de un vino abre el campo de aplicación a la búsqueda de marcadores de diferenciación. Así, se puede emplear como apoyo a otros estudios de investigación, para determinar las diferencias entre vinos procedentes de diferentes técnicas de cultivo, distintas variedades o diferentes técnicas de vinificación, con la finalidad de ayudar a mejorar el proceso de elaboración del vino y su calidad.

Pero hay más aplicaciones. Las bodegas lo están empezando a incorporar en sus procesos de compra y venta, a modo de certificación de autenticidad, tanto para la crianza de vinos en bodegas como para la propia venta directa del vino en los lineales. Se trata de un fuente fiable en contra del fraude. Por tanto, es de esperar que sea de gran utilidad en los procesos de exportación de vinos. Garantizar desde la ciencia y los laboratorios que el Rioja en cuestión lo es, pues así lo dice su ‘huella dactilar’.