Lo que el centro esconde

Los calados son uno de los espacios históricos más desconocidos

Las instalaciones de la Estación Enológica de Haro guardan algunas estancias no abiertas al público pero que forman parte de su historia. La primera sede de la Estación estuvo en la calle San Felices y fue con la llegada del director Víctor Cruz Manso de Zúñiga, en 1893, cuando planteó una nueva instalación, ya que la casona en el centro de Haro se había quedado pequeña. Entonces se eligió un terreno de 4.225 metros cuadrados en la carretera de Anguciana, hoy calle Bretón de los Herreros.

El traslado total no se produjo hasta el año 1917, pero ya en el 1910 se había iniciado la construcción e la bodega, que finalizó en 1924 y tuvo un presupuesto de 77.523 pesetas. En la parte baja de la bodega se situaron los calados en los que se elaboró el vino institucional y se realizaban las prácticas de los cursos para capataces que se impartían y por los que se otorgaba el título de aprendiz primero y el de bodeguero después. Desde 1892 a 1911 la Enológica recibió a 427 alumnos.

Los vinos allí elaborados salían a subasta y generalmente eran adquiridos por las propias bodegas de Haro. La Estación también contó con un campo de experimentación con vides plantadas de distintas variedades. El mosto obtenido de la vendimia de ese viñedo era criado en los calados del centro. Allí se guardaban hasta no hace mucho las históricas herramientas de la bodega institucional, como encorchadoras, despalilladoras, prensas y barricas, pero un problema de humedades obligó al traslado de este material y a la reforma total de las instalaciones, que ahora permanecen casi vacías.

LOS DATOS DE LA ESTACIÓN ENOLÓGICA

Siglo XIX

La Estación Enológica de Haro se dedicó en origen a labores formativas y a la elaboración de vino.

Siglo XX

El centro fue perdiendo facultades, aunque manteniendo sus instalaciones.

Siglo XX

Actualmente la Enológica es un centro de análisis certificados.

Sólo se conserva en uso el botellero, un vistoso muestrario de las botellas de vino que se exportan. La Estación Enológica de Haro analiza los vinos de Rioja o de otras denominaciones de origen y licores que se van a exportar y guardan intactas las botellas de ese mismo vino por si fuera necesario realizar un segundo análisis.

La actividad del centro se redujo durante la Guerra Civil, y aunque reinició su labor formativa en 1947, también la crisis de la filoxera y la migración a América mermó su capacidad de trabajo. Tal es así que en los años 60 buena parte de los terrenos con los que contaba la Enológica como viñedos en su campo de experimentación fueron vendidos en favor del crecimiento urbanístico de Haro. Ya en 1964 cesó la actividad formativa del centro y el siguiente paso fue el traslado de la actividad bodeguera, que se produjo en los años 70, en favor de la nueva bodega institucional de La Grajera, en Logroño. Ya en los 80 el arquitecto Jesús Marino Pascual realizó el proyecto de reforma de las instalaciones, cuyo cometido se limitó desde entonces al análisis.

La Estación Enológica de Haro cuenta, además, con un espacio dedicado a vivienda, una biblioteca, sala de catas, laboratorios, un archivo y una colección de cuadros, además de haber albergado un museo del vino y un centro de interpretación ya clausurados.

Cuadros de jarreros

Otra de las curiosidades que guarda la Estación Enológica de Haro es una importante colección pictórica. En 1992 un grupo de artistas jarreros cedieron sus cuadros a la Asociación Cultural Manuel Bartolomé Cossío para su donación al Gobierno de La Rioja, suscribiendo un convenio con la entonces denominada Consejería de Agricultura y Alimentación para garantizar «la exposición permanente». Lo cierto es que la colección de cuadros está colgada en las dependencias de la Enológica, aunque no es accesible para el público.

Entre la veintena de obras que componen la colección de la asociación Manuel Bartolomé Cossío existen cuadros de José Manuel Rodríguez Arnáez, Carmelo Hernando, Inés Peñafiel, Jesús Santamaría Urrutia, Cristina Oñate, Vega Tobía, Vega Cillero, José Uríszar, Solórzano, Ossés.... En muchos de esos cuadros se pueden ver representados paisajes muy reconocibles de Haro y sus alrededores, desde el palacio de Bendaña hasta el río Tirón. Incluso a la Virgen de la Vega.

José Manuel Rodríguez Arnáez (Haro, 1944-Madrid, 2014), discípulo artístico de Manuel Anzuela y Tubía Rosales, distinguido con el Galardón de las Bellas Artes en La Rioja 2008, también conocido como ‘Mamel’, realizó una serie de variantes sobre la Virgen de la Vega con su estilo pictórico geométrico. El acrílico sobre lienzo ‘Virgen de la Vega V’, hermano de la ‘Madonna gótica’ que se exhibe en el museo del Torreón, es una de las obras que forman parte de la colección la Asociación Cultural y Centro de Estudios Jarreros Manuel Bartolomé Cossío, fundada por el propio Mamel.

En la colección hay cuadros de Mamel, Uríszar, Santamaría, Peñafiel, Hernando...