Finca de los Arandinos. Entrena

Entrena, en el mapa vitivinícola

La familia Guillén levantó en su pueblo la bodega y un complejo enoturístico

Patricia y Roberto Guillén, en la bodega
Patricia y Roberto Guillén, en la bodega.

Poco hay más sostenible que regresar a tu pueblo con tu familia y construir un complejo hotel/bodega como Finca de los Arandinos: «Soy de Entrena. Dos días antes de que nos cerraran por la pandemia nos instalamos en el hotel y aquí seguimos, felices y sin ninguna prisa por volver a Logroño», explica Roberto Guillén. El sueño de Roberto viene de lejos. «Estábamos buscando un terreno para trasladar la bodega antigua del pueblo, ya que se nos había hundido el viejo calado. Un día me tropecé con un chico que estaba tirando pedradas a la viña, destrozando cepas viejas porque sólo había conseguido vender el papel». «Me dolió tanto –continúa– que lo paré y le dije: si me vendes la finca me la quedó. Ahí empezó todo».

«La zona era una maravilla, el Prado de los Arandinos. Después, viajando, me di cuenta que La Rioja carecía de un proyecto enoturístico completo y creí que valía la pena. Nos ayudó gente de mucho nivel. En 2008 embotellamos nuestros primeros vinos y en 2011 inauguramos el hotel».

Catay Viñas Viejas

Precio 6,3 euros

Monovarietal de viura con crianza sobre lías. Novedad que nace de las viñas más viejas de Finca los Arandinos.
Catay Viñas Viejas
Patricia y Roberto Guillén, en la bodega
Patricia y Roberto Guillén, en la bodega.

Entra en escena Patricia, la hija de Roberto, atenta al quite: «Yo estaba estudiando pero en cuanto terminé la carrera en 2013, me vine también a Entrena. Tenía claro que quería estar en mi pueblo». El bodeguero y hotelero explica que «toda nuestra uva viene de Entrena, de 76 parcelas. En blancas tenemos viuras viejas, que son una maravilla, y tempranillo blanco. En tinto, tempranillo, además de alguna garnacha con 90 años. Ojo, y a 650 metros de altura, con una acidez y un pH que necesitan una buena maduración. Todos nuestros vinos piden su tiempo demostrar su potencial». De hecho, dice el refrán que ‘el vino de Entrena para cuando truena’: «Hasta las primeras tormentas de primavera estos vinos, cuando se consumen en el año, requieren paciencia, ya que crecen a su ritmo», aclara Roberto Guillén.

«Hasta las primeras tormentas de primavera los vinos de aquí piden paciencia»

El viñedo que rodea la Finca de los Arandinos lo transformó la familia en ecológico ya en 2011. La vida que Finca Los Arandinos ha dado a la zona es muy destacable. «Ocupamos mucha mano de obra entre bodega, hotel y restaurante, y todos somos riojanos, con tres personas del pueblo. Además los nombres de nuestros vinos son lugares del pueblo: Conjuro, es el barrio de las bodegas, El Tejar es el de un viñedo estupendo, Malacapa es la ladera que nos separa de Lardero y Navarrete… En fin, los vinos y todo es un homenaje a Entrena», precisa Patricia. Sostenibilidad en grado uno.