El desafío alavés

Carlos Fernández y Gabriel Frías del Val, Bodegueros ‘secesionistas’

«La chispa ha prendido en Álava pero lo hará en toda Rioja»

Por Alberto Gil | Foto Justo Rodríguez

Aún sin conocerse los nombres de las 42 bodegas de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (Abra) que solicitaron la creación de ‘Viñedos de Álava’, Carlos Fernández (Tierra, Agrícola Labastida) y Gabriel Frías (Hermanos Frías del Val, en Villabuena) acceden a charlar abiertamente sobre el movimiento secesionista que impulsan convencidos de que «no tiene vuelta atrás». «Es tarde –afirma Gabriel Frías–; cuando la nueva DOP esté en marcha no estarán las 42 bodegas de Abra, habrá más de fuera de la asociación».

Ambos viticultores aseguran que han emprendido un camino sin retorno y están convencidos de que la «chispa se encenderá también al otro lado del Ebro». «Elaboramos 22 millones de kilos en Labastida –explica Carlos Fernández–, 16 son de García Carrión, cuatro de Torres y el resto es de los viticultores y pequeñas bodegas». «En toda Rioja Alavesa –continúa– apenas quedan 700 hectáreas para plantar, mientras que en el resto de la denominación hay sitio para 100.000». Insisten en que «no hay política detrás», sino una cuestión estricta de «modelo de negocio»: «Buscamos el apoyo del Gobierno vasco y lo tuvimos; nos costó mucho más con la Diputación, pero aquí no hay política sino una alternativa para la supervivencia de la comarca».

«No ha habido problemas de división, ni en Abra ni en Rioja Alavesa»

Los bodegueros rechazan ser un movimiento que secunda el portazo de Artadi e incluso dejan entrever que los intereses son diferentes: «Cuando Artadi dijo ‘me voy’, nosotros estábamos ya pelando las patatas para el cocido», apunta Gabriel Frías. «López de Lacalle –continúa– sabía que todo se estaba gestando y decidió adelantarse».

Carlos Fernández está convencido del camino emprendido abrirá nuevas oportunidades. «La discusión por la diferenciación no es sólo de Rioja; está en Bierzo, en Rías Baixas, incluso en Ribera del Duero... y no tengo miedo». «Si ahora competimos contra 700 marcas de Rioja en un lineal, lo haremos contra menos...». El bodeguero de Tierra niega asimismo cualquier intento de diferenciación en detrimento de otras zonas de Rioja: «Vendía mi vino de crianza a un detallista de Chicago a 24 dólares en la estantería pero me sacaron porque llegó otro de 14, también crianza y de Rioja Alavesa de una gran, en volumen, bodega; cuando pedí explicaciones me dijo que él lo entendía, pero el cliente, no; que necesitaba una diferenciación clara en la etiqueta, de sota, caballo, rey, sin tener que dar más explicaciones». «Esto nos pasa a nosotros –continúa– y a otras pequeñas bodegas del resto de Rioja y estoy convencido de que este movimiento ha empezado aquí pero se extenderá por toda la denominación».

Carlos Fernández insiste en que «no soy mejor que un tío de Alfaro, pero soy diferente, y soy igual que un viticultor de San Vicente o de Ábalos; siento que todo esto no pueda ser con ellos». En este sentido, argumenta que haber provocado un movimiento conjunto en toda la Sonsierra «nos hubiera llevado a un punto sin retorno». «Serían dos administraciones regionales, lo que nos llevaría a una gestión en Madrid, es decir, más de lo mismo».

Los bodegueros niegan que la propuesta de Abra haya creado división en Rioja Alavesa, entre bodegas y socios que siguen apostando por Rioja e incluso entre aquellos asociados que comparten viñedos en poblaciones de Álava y de La Rioja: «En Abra seguimos defendiendo Rioja; tenemos bodegas que siguen creyendo en Rioja Alavesa y no ha habido problemas ni división alguna, sino comprensión». Sobre la denominación en marcha, aseguran que es un primer paso: «Por supuesto que Labastida no tiene nada que ver con Moreda; queremos clasificar suelos y diferenciar las tierras buenas de las malas, pero será en una segunda etapa», indica Carlos Fernández. «No queremos ser separatistas –insiste–, yo me considero riojano, de donde desemboca el río Oja, Rioja es hoy un gran negocio para los grandes operadores; aquí cuesta producir un kilo de uva 70 céntimos y en otras zonas, apenas 25».

Ambos rechazan también que se hayan adelantado a conocer cómo quedan las propuestas de diferenciación –en las que Abra participa como asociación– en el Consejo Regulador: «No pintamos nada –señala Fernández–, ya pasó hace años cuando salieron al mercado los vinos de autor y los grandes operadores acabaron bajando los precios hasta perder todo el sentido».

«Siento que este movimiento no pueda ser con San Vicente o con Ábalos»

«Cuando Artadi dijo ‘me voy’, nosotros ya pelábamos las patatas para el cocido»