Gastronomía en la casa del vino
Comer en una bodega ya no es lo que era... y menos mal. Muchas bodegas de Rioja han puesto en marcha grandes proyectos gastronómicos
«Vamos a comer a la bodega» ganaría un premio al riojanismo más castizo. Una frase con aromas: el de las chuletillas al sarmiento, el del choricillo asado, el de los huevos con chorizo entre amigos.
Esos aromas seguirán ahí por siempre, como parte de la herencia de esa tierra. Pero "comer en la bodega" es también otra cosa: a medida que las bodegas se van configurando no sólo como «fábricas de vino», sino también como espacios de experiencia enoturística, cada vez son más las firmas que se lanzan a unir una potente oferta gastronómica a la propiamente vinícola.
A partir de ahí las propuestas son muy variadas, casi tanto como variado es el sector bodeguero riojano, donde casi cada cual entiende la vida a su manera. Pero en la mayoría de los casos partimos de algunos lugares comunes: la identificación con el producto (con su calidad y con su origen) y la refencia inevitable que gira alrededor del vino.
Hemos visitado nueve de estos espacios por toda La Rioja. Algunos tienen un nombre (y hasta una estrella) internacionales, y otros pelean con la misma sinceridad para ofrecer una experiencia única. Todos, en fin, merecen una visita. Merecen comer en la bodega.