Cata de blancos de Rioja
Lo mejor está por llegar
Repasamos, en cata, la oferta de blancos de Rioja.
Las nuevas variedades y las opciones de elaboración en bodega abren un abanico de posibilidades que puede devolver a Rioja a un lugar destacado en el mercado de blanco
Texto: Alberto Gil | Foto: Justo Rodríguez
Si usted quiere seguir consumiendo ‘blancos de Rueda’ es porque quiere, aunque, probablemente también, porque el sector de la hostelería riojano –salvo honrosas excepciones– continúa haciendo caso omiso al trabajo de muchas bodegas y viticultores que no sólo elaboran tintos sino también blancos de calidad, con un abanico de precios muy amplio y con perfiles para cualquier barra, de bar, y para cualquier mesa, de restaurante.
El equipo de cata del especial de vino de lomejordelvinoderioja se puso manos a la obra para tratar de analizar la cada vez más diversa oferta de blancos riojanos, con resultados por encima de lo esperado y con una gran conclusión: lo mejor está aún por llegar, y con mayor confianza en las variedades propias, ya que la mayoría del equipo de cata entiende que poca diferenciación y personalidad aportan.
Después de años de titubeos, hasta el punto de que varias grandes bodegas decidieron invertir en Rueda para elaborar sus blancos tras el extraordinario ‘boom’ de la zona castellano leonesa, el Consejo Regulador aprobó un nuevo catálogo varietal con uvas foráneas como chardonnay, sauvignon blanc o verdejo y otras autóctonas descatalogadas como turruntés, maturana y tempranillo blanco, que junto con la viura y las minoritarias garnacha blanca y malvasía conforman hoy un amplio abanico que ya se está viendo en el mercado: «Rioja nunca debería haber dado la espalda a la elaboración de blancos; se asocia Rioja con los tintos y, de la misma forma que hay mil tintos diferentes, también los hay blancos», señala a modo de conclusión el bodeguero Juan Carlos Sancha. «Hemos catado –continúa– una diversidad enorme por variedades, pero también por elaboraciones, con crianzas, fermentaciones en barrica, con lías, incluso con soleras; creo sinceramente que tenemos muchas posibilidades por delante y, además con la personalidad de la viura por supuesto pero también de las variedades autóctonas».
«Aún estamos aprendiendo porque en España el blanco siempre fue ‘menor’»
Juan Carlos Somalo, Universal de Vinos
«Tenemos un futuro muy prometedor con vinos que no se alejan de la personalidad Rioja»
Juan Carlos Sancha, Bodeguero
«Quizá el mercado sigue con la explosión aromática, pero a Rioja no le hace falta»
Raúl Martínez, Restaurante La Galería
La cata
Los dieciocho vinos se agruparon en varias tandas, la primera de ellas con muestras de bases de viura pero también con variedades foráneas como protagonistas. En todo caso, se probaron vinos que perfectamente pueden competir en con Ruedas y otras blancos de rotación en barra. Es el caso del Real Rubio Blanco Ecológico, uno de los primeros en incorporar la verdejo y potenciar el perfil aromático de la viura y malvasía.
Junto a este vino, se cató un viura/chardonnay crianza de Bodegas Lecea, con trabajo todavía para integrar uva y madera y Talla de Diamante, de Bodegas Franco Españolas, un semidulce histórico (Diamante es una marca centenaria) que por primera vez incorpora a las viuras viejas un 25% de chardonnay.
A su lado, otros blancos jóvenes, en este caso el Florentius, de Florentino Martínez (Cordovín), una de las comarcas más aptas para el blanco riojano, con viura y malvasía, así el Florentius Malvasía 100%, una apuesta de la bodega por malvasías antiguas de la comarca para hacer nuevas plantaciones, ambos con precios muy competitivos y con muy buen resultado en cata en esta primera parte de vinos de mayor rotación.
Ad Libitum (Bodegas Juan Carlos Sancha) es un magnífico tempranillo blanco, una variedad todavía nueva, con viñedos muy jóvenes, a la que aún se le intenta pillar el punto en el viñedo y en la bodega (crianza, fermentación en barrica, joven...), pero con la que el viticultor de Baños lleva ya dieciséis años trabajando y conoce como nadie: «Cada año te superas...» –espeta al bodeguero Raúl Martínez, sumiller del restaurante La Galería–, en referencia a la evolución del vino cada cosecha.
Como coincide todo el equipo, lo mejor está aún por llegar: «Crecemos en calidad y en diversidad –explica el enólogo Basilio Izquierdo–, estamos probando blancos excepcionales, longevos como en toda la vida se hacía en Rioja, pero con más matices y posibilidades con las nuevas variedades, aunque, para mí, son las autóctonas las que nos distinguen, como la garnacha y la maturana blanca, que me ha sorprendido muy positivamente».
Basilio Izquierdo da entrada con estas palabras al Viña Ijalba Maturana Blanca 2015, uno de los vinos más sorprendentes de la cata porque no ha sido especialmente elegida por los viticultores ni bodegas en las últimas plantaciones, pero que sin embargo convence al panel por unanimidad: «Una gran variedad y desconocida, con personalidad, gran volumen en boca y un retrogusto amargo que me encanta», describe el ingeniero agrónomo y enólogo Antonio Remesal. «Estoy asombrado y encantado con la cata –continúa–; podemos ir desterrando la idea de que Rioja es una tierra de tintos; con la nueva gente, las nuevas posibilidad enológicas y las nuevas variedades autóctonas complementando a la viura tenemos mucho recorrido por delante».
La madera, distintiva
La madera es un elemento enológico que siempre ha estado en los blancos de Rioja y lo seguirá estando. Es con ella cuando los vinos dan un salto de calidad, y lógicamente de precio, aunque también con un amplio abanico de posibilidades.
Entramos en otro segmento de ‘bolsillo’, pero también asequible y con ejemplos claros de calidad. Son los casos de Finca Nueva Fermentado en Barrica, muy fresco y con personalidad; de Inédito Turrax, una singularísima y original mezcla de blanca y turruntés de Bodegas Lacus plantadas en el 2012 o del Nivarius, tempranillo blanco y viura, y la apuesta de la única bodega exclusiva de blancos de Rioja: vinos perfectamente elaborados, agradables y consistentes.
«Quizá el mercado siga hoy pidiendo vinos con explosión aromática y Rioja no está ahí, pero no hace falta; estamos viendo acidez, complejidad, vinos muy bien insertados con la madera, pero sobre todo vinos gastronómicos que es a lo que yo me dedico y que creo que de verdad es lo que se acabará imponiendo», explica Raúl Martínez. «La diversidad es brutal –añade–, pero por encima de todas las variedades está la viura, la de los vinos finos, elegantes...; ahora con más posibilidades y complementos pero la viura sigue siendo la personalidad de los blancos de Rioja».
Avanza la cata y entran en juego vinazos como el Abel Mendoza 5V, uno de los viticultores empeñados en demostrar que Rioja es tierra de blancos con un popurrí vitícola de las cinco riojanas (viura, malvasía, garnacha blanca, tempranillo y maturana). Algo similar sucede con el Remírez de Ganuza Fermentado en Barrica 2015, consistente y fresco, sujetado por una acidez que no agrede y que combina con notas de maderas finas. El B de Basilio Izquierdo es uno de los vinos ‘menos Rioja’,muy singular por la casi desconocida garnacha blanca que, con una parte minoritaria de viura, es pura complejidad y tremendamente cambiante. Mártires 2014, de Finca Allende, el vino más caro de la cata, es un ejemplo de vino de parcela, un «infanticidio» en palabras de Raúl Martínez por la evolución que tiene pendiente en botella y que demuestra cómo cultivando y elaborando para blanco se pueden hacer vinos al nivel de las zonas más prestigiosas del mundo.
Finca La Emperatriz 2007 (una añada antigua buscada con intención en la cata) y Viña Tondonia Reserva 2003 (la cosecha en el mercado) muestran el perfil más clásico del blanco riojano. Enormes en boca, ricos en aromas primarios (fruta) y terciarios (crianza) y auténticos vinos gastronómicos: «Hay pocos vinos tradicionales que se mantienen, desgraciadamente, pero estos dos son ejemplos perfectos de personalidad y autenticidad», explica el enólogo y propietario de La Universal de Vinos, Juan Carlos Somalo. «Rioja ahora tiene de todo –continúa– desde vinos iniciales a estos vinos más complejos, pero aún estamos aprendiendo porque España, desgraciadamente, nunca ha sido un país que haya prestado la atención que merecen los vinos blancos».
Alberto Pedrajo, enólogo asesor y copropietario de Bodegas Alonso&Pedrajo, fue el invitado especial de la cata como autor de dos de los vinos elegidos: Suañé y Añadas de Honorio Rubio. Coincide en la conclusión general de que «podemos decir que Rioja es también tierra de blancos y estoy seguro de que vamos a dar mucha guerra en pocos años». Pedrajo asegura que «personalmente siempre he creído en los blancos, que son vinos muy tecnológicos y ahora tenemos medios, gente más preparada que nunca y material vegetal».
«Para mí, son las uvas autóctonas las que nos distinguen»
Basilio Izquierdo, bodeguero
«Podemos desterrar la idea de que Rioja es tierra de tintos»
Antonio Remesal, ingeniero agrónomo
«En unos años daremos mucha guerra con el blanco»
Alberto Pedrajo, enólogo
Ahora bien, en este punto discrepa de la mayoría de la mesa y asegura que «no podemos condenar a las variedades foráneas todavía; nos falta tiempo para conocerlas y experimentar y, al menos personalmente, no me molestan. Si hacemos las cosas bien también pueden aportar». El enólogo señala, en cualquier caso, que «tenemos ya ejemplos de blancos de gran calidad, en segmentos de precios altos, por lo que debemos aspirar a este tipo de elaboraciones».
El B de Basilio, miembro además del panel de cata, es el vino 'menos Rioja' y quizá el más singular: garnacha blanca, con una parte minoritaria de viura, es pura complejidad y tremendamente cambiante. Mártires 2014, de Finca Allende, el vino más caro de la cata es un ejemplo de vino de parcela, un "infanticidio" en palabras de Raúl Martínez y muestra de cómo cultivando y elaborando específicamente para blanco se pueden hacer grandes vinos al nivel de cualquier otra de las principales zonas vitícolas del mundo.
Finca La Emperatriz 2007, una añada antigua con intención, y Viña Tondonia Reserva 2003 (la añada en el mercado) muestra el perfil más clásico del vino riojano. Enormes en boca, ricos en aromas primarios (fruta) y terciarios (crianza) y auténticos vinos gastronómicos: "Hay pocos vinso auténticamente tradicionales que se mantienen, desgraciadamente, pero estos dos son ejemplos perfectos de personalidad y autenticidad", explica el enólogo y propietario de La Universal de Vinos, Juan Carlos Somalo. "Rioja ahora tiene de todo -continúa- desde vinos iniciales a estos vinos más complejos y aún estamos aprendiendo porque España nunca ha sido un país que haya prestado la atención que merecen los vinos blancos".
"Hemos comparado blancos de viura, con 70 y 100 años de edad, con tempranillos. maturanas o turruntés de viñedos muy jóvenes que irán mejorando y que aprenderemos además a elaborar", concluye Juan Carlos Sancha. "Tenemos un futuro muy prometedor y, además, con vinos que no se alejan de nuestra personalidad propia, por lo que soy muy optimista".
Suañé y Añadas de Honorio Rubio
El equipo de cata invitó en esta ocasión al enólogo Alberto Pedrajo a la sesión sobre los blancos, como autor de dos elaboraciones especiales y diferentes en Rioja. Suañé 2013 es un vino reserva con viura viejas de Villalba a la que incorpora una pequeña partida de sauvignon blanc con una fina y tecnológica elaboración con un gran resultado. El Añadas, en el que Pedrajo actúa como asesor con Bodegas Honorio Rubio, es un caso especial: un vino de varias cosechas (CVC), casi fruto de la casualidad que mezcla diferentes vendimias tras criarse en barrica.
Añadas se cría como una especie de ‘solera jerezana’: el vino que va ‘dejando hueco’ según se embotella a posteriores cosechas, con la viura como protagonista de una zona muy fresca y apta como Cordovín y que sorprende por su originalidad y personalidad.
Rioja también es tierra de blancos
José Antonio del Río
En muy pocas ocasiones se la pintan calva al aficionado para verse en una fantasía como la que nos ocupa. Es más, presumo que la mayoría de los mortales enointeresados apurarán su copa postrera sin consumar tragos semejantes. Póngase el lector en situación: enfrente, media docena de protomártires de la causa vitivinícola, veteranos con lustre y manos sabias, unos; experimentados empíricos del gusto y el olfato, otros; bocas curtidas por mil y un sabores, olfatos privilegiados, todos. Y a la izquierda, el altar; el ara de la gloria divina embotellada en origen: docena y media de vinos como docena y media de soles de la galaxia calificada Rioja dispuestos para una reválida exigente como pocas; blancos de la tierra, de esta tierra, esperando el veredicto; dieciocho golosinas de oro de alto quilataje, pálidas éstas; trigueñas aquéllas; pajizas las otras; vinos sin excepción limpios, brillantes y de cristalina transparencia.
La cata anual de lomejordelvinodeRioja que se resume en estas páginas no podía pasar por alto el impulso que los blancos de la DOcRioja han experimentado en los últimos cursos. Un impulso que ha alcanzado su máxima expresión este año en los 100 puntos que luce el gran reserva blanco Castillo de Ygay Gran Reserva Especial de 1986 de Marqués de Murrieta en la lista de Luis Gutiérrez, catador para España de erobertparker.com, paradigma mundial de la prescripción enológica.
A semejante rebufo, entendimos llegado el momento de aparcar las experiencias de los tintos que han dado lustre y abolengo a la Denominación, experiencias que en años anteriores han traído hasta estas páginas a casi todas las bodegas centenarias de Rioja y que han ofrecido catas históricas, inigualables y casi irrepetibles. Este era momento, decidimos, para verificar, copa en mano, la presencia con la que Rioja circula en este tren del blanco al que, esta vez sí, la DOC se subió con no poca incertidumbre en el 2007 cuando el Consejo Regulador abrió la cancela de la viña a media docena de nuevos varietales blancos para completar una nómina restringida hasta entonces a las autóctonas viura, malvasía y garnacha blanca.
El resultado, como habrá deducido el lector que haya buceado ya en las opiniones del panel de expertos, no defrauda; es más, impresiona anotar hasta dónde han sido capaces de evolucionar algunos elaboradores; deslumbra comprobar la expresividad que es capaz de alcanzar una variedad tan de aquí como antes maltratada, la viura; asombra cómo se revelan otras autóctonas en solitario o se ensamblan con notable fortuna en casi todos los casos las recién llegadas. Invitan, en fin, a disfrutar de unos grandes blancos heraldos de otros muchos que aún están por llegar y que demuestran que Rioja también es tierra de blancos.