bodegAs lecea. San Asensio

Las cuevas de la memoria

La familia Lecea rehabilita cinco calados del Barrio de Bodegas hasta completar un recorrido imprescindible por la corazón del subsuelo de San Asensio, premiado por las Rutas del Vino y los Best Of del Turismo

fernando bóbeda fernando bóbeda

siento que le falta algo. Imaginas, viendo las tuferas, la multitud de calados y pequeñas bodegas que podían llenar de enoturistas este lugar, con toda esa belleza e historia enterrada. Pero apenas te cruzas con nadie hasta llegar arriba, a Bodegas Lecea, donde Luis Alberto ha rehabilitado estos calados históricos, por dentro y por fuera, y donde se ven turistas que van y vienen.

Lecea creyó en su pueblo y en las prácticas de elaboración de toda la vida: «He hecho vino siempre en nuestra bodega familiar y muchos cosecheros del barrio también, hasta que hace treinta o cuarenta años la gente abandonó los calados por la comodidad de las cooperativas». «La burocracia, el papeleo –continúa–, hizo mucho daño y los calados perdieron su razón de ser cuando se dejó de elaborar vino». Luis Alberto Lecea no desistió: «Luego vi una nueva ventana de negocio con un enoturismo que valora mucho el patrimonio».

Arriba elaboración artesanal en la Fiesta del Pisado. A la izquierda Luis Alberto y Lidia Lecea en uno de los calados de la familia.
Arriba elaboración artesanal en la Fiesta del Pisado. A la izquierda Luis Alberto y Lidia Lecea en uno de los calados de la familia.

Bodega Lecea comenzó en 2014 a organizar visitas de una manera tímida: «Nos ofrecieron dos bodegas contiguas con calado y los recuperamos. Ahora mismo, tenemos conectadas cuatro bodegas subterráneas, con lo que hemos ido ampliando la oferta para que el visitante conozca cómo y por qué se hacían aquí los vinos bajo tierra». La de Lecea es hoy una preciosa ruta bajo tierra de más de 300 metros lineales entre calados casi imposibles, que hacen que el visitante se sorprenda ante lo que ve y entienda el esfuerzo que suponía y supone elaborar vinos en estas cuevas.

Oferta enoturística

La pregunta surge así: ¿pero de verdad que aquí hacéis vino?: «La nuestra es una apuesta por un enoturismo diferente», puntualiza Lidia, una de las dos hijas de Luis Alberto. «Enseñamos lo que ha sido nuestra historia, nuestra cultura y la manera de trabajar en este barrio y, de hecho, nos apoyamos en la venta directa de vino al enoturista hasta el punto de que supone la parte más importante del nuestro negocio».

Con la recuperación de la Fiesta del Pisado de la Uva, a la que acuden miles de personas cada año para ver cómo se hacía el vino en los lagos de maceración carbónica y cómo sigue haciendo Lecea su vino Corazón de Lago, llegaron reconocimientos como el Premio Acevin a la Protección y Puesta en Valor del Patrimonio o el Best Of del Turismo por la recuperación arquitectónica. «Recuerdo», apunta Lidia, «que hace años un grupo catalán estaba alojado en el pueblo y subieron a ver el barrio de las bodegas. Mi padre les enseñó la nuestra y hace un par de semanas volvieron y se quedaron de piedra viendo cómo ha cambiado todo con los nuevos calados recuperados».

Hasta 20.000 visitas pasan al año por Bodegas Lecea, donde conocen a Luis Alberto, pero también a su mujer y a sus hijos Lidia, Estela y Jorge: «Eso lo valoran mucho porque suelen preguntar por mi padre, pero también estamos nosotros, la familia atendiendo», concluye Lidia Lecea.

La Fiesta del Pisado, un hito enoturístico

Las Cuevas de Lecea

Procedente del viñedo más antiguo de la familia. 2.700 botellas, tempranillo y una punta de mazuelo. 20 meses de barrica. 28 euros.
Las Cuevas de Lecea