Elena Adell Directora técnica de Pernod Ricard Winemaker Spain (Campo Viejo, AGE e Ysios en Rioja)

«El gran cambio de Rioja es que hoy tiene vinos para satisfacer cualquier gusto»

La enóloga de Campo Viejo, después de 37 vendimias, recuerda que cuando comenzó apenas si se daba importancia al viñedo y cómo ahora lo es casi todo: «Es lo más significativo que ha pasado en todos estos años»

Alberto Gil Alberto Gil Justo Rodríguez Justo Rodríguez

Elena Adell (Logroño, 1958) es la enóloga que más vino de Rioja ha elaborado en su dilatada carrera. Acaba de cumplir 37 vendimias en Campo Viejo y es además la directora técnica de todas las bodegas de Pernod Ricard Winemakers Spain, y al menos una más tiene por delante. Inquieta, innovadora, mujer pionera y defensora de los blancos y de la viura acaba de recibir el premio Premio Personalidad del Año 2022 de los International Wine Challenge Marchant Awards Spain.

Elena Adell, en el exterior de Campo Viejo, con los viñedos al fondo.
Elena Adell, en el exterior de Campo Viejo, con los viñedos al fondo.

– ¿Lo ha visto usted todo en Rioja?

- (Risas). Después de todos estos años, lo único que tengo claro es que todas las vendimias son distintas. Incluso antes, cuando no teníamos esta climatología tan extrema. Es lo más emocionante de este trabajo, así que espero seguir viendo cosas nuevas.

– ¿Alguna vendimia especialmente difícil?

– Sin duda, 2003. Fue terrible. En un mismo racimo tenías granos sobremaduros, normales y verdes. Tuvo además espoleta retardada en las fermentaciones y no pudimos estar tranquilos hasta semanas después de dejarlo todo listo porque estabas vigilando los vinos para confirmar que estaban estables y como los querías.

– Y Campo Viejo no puede fallar...

– Claro. Es una de las grandes ventajas de trabajar aquí, pero también mucha responsabilidad. Controlamos entre 6.500 y 7.500 hectáreas de toda Rioja y en las añadas excelentes no todo es excelente, como en las regulares no todo es regular. Cuando tienes tantos viñedos, con todo tipo de zonas, variedades, altitudes y exposiciones, las posibilidades son enormes. Desde que empecé a estudiar a ahora, la evolución en la profesión ha sido enorme. La tecnología ha evolucionado también de forma increíble y nuestra forma de manejarla también. Ahora todo es mucho más seguro. Prácticamente te tienes que quedar sin cosecha para no ser capaz de llevar a buen término las elaboraciones. Soy ingeniera agrónoma y antes no se daba tanta importancia al viñedo, pero ahora lo es casi todo. Es lo más asombroso y significativo que me ha tocado ver en estos 37 años de experiencia.

«Tenemos un gran potencial en blancos, con la viura, el tempranillo y la maturana blanca»

– Ayúdeme con las matemáticas: 37 vendimias y cerca de 35 millones de kilos cada año. ¿Hay algún otro enólogo que haya elaborado más Rioja que usted?

– Ni idea (risas), pero si los hay son pocos. Para mí, es un orgullo hacer millones de botellas porque si se venden es que hay millones de personas a los que les gustan los vinos de Rioja.

– ¿Cómo se planifica una vendimia en Campo Viejo?

– En Campo Viejo seguimos la misma filosofía que en Ysios, en este último caso con 50 hectáreas de viñedo y en el nuestro con 7.500. Nuestra filosofía se basa en conocer muy bien el viñedo y por eso es muy importante la continuidad con los viticultores. Nosotros consideramos su viñedo como nuestro y ellos nuestros vinos como suyos. Cuando llegas a ese grado de entendimiento es sencillo hacer lo que hacemos: vamos a un pueblo, vemos sus términos y los identificamos porque son diferentes. En cada término marcamos testigos por el mismo año de plantación, variedad, maduración..., y hacemos un seguimiento de ese testigo. Cada mañana tenemos una reunión de vendimia y ahí se decide, con un histórico desde 1988, qué testigo y entorno van a traer primero las uvas. Luego las separamos por variedades, zonas o por determinados proveedores. Para ello es necesario mucha organización entre el equipo de campo y nosotros. Cada año es diferente y es muy importante que el enólogo salga al campo. Conocer los testigos es vital.

– ¿El teléfono en vendimia será un infierno?

– (Risas) Más para los técnicos de campo. Efectivamente, en cuanto aterrizan por una zona el vecino de al lado pregunta por lo suyo...

– ¿Cuantos vinos cata en vendimia cada día?

– Muchos. Tenemos 140 fermentadores solo de tinto y, aunque nunca están todos llenos, los catamos todos los días; y luego están los vinos descubados... Se cata todo todos los días.

«Nos están segando la yerba bajo los pies con la presión de los países no productores»

– Trabajan en toda la geografía vitícola, con una visión completa del territorio. ¿Como ha visto al evolución de Rioja en estas casi cuatro décadas?

– Los vinos de Rioja han evolucionado con buen criterio persiguiendo los gustos del consumidor, porque los consumidores de los países productores son diferentes al resto del mundo. Cuando empecé, hacía el vino que a mí me gustaba. Ahora hacemos el vino que te va a gustar a ti si tú eres mi consumidor objetivo. En el mercado ajeno a los países productores les entusiasma la fruta pero siempre con un toque de madera, y ahí estamos nosotros. Pero es que, además, y me parece una gran fortaleza de Rioja, ahora mismo puedes encontrar en el mercado vinos muy diversos. Desde los muy específicos, que hay que explicarlos porque no son para todo el mundo, hasta vinos que reconoces como Rioja pero que gustan a mucha gente. Para mí, lo más positivo es que cualquier aficionado al vino es capaz de encontrar un Rioja que le guste.

– ¿Ya no existe un ‘único’ sabor Rioja?

– Creo que todos los vinos, tanto los que necesitan explicación como los que no, son Rioja y ese carácter no se ha perdido. Con las nuevas variedades, blancas y tintas, puedes romper un poco ese perfil, y estoy pensando en la maturana tinta o el graciano, pero creo que eso es una virtud añadida.

– Fue usted una mujer pionera. ¿Cómo fue eso de ‘mandar’ en bodega en un mundo, al menos entonces, de hombres?

– Tuve suerte porque siempre conté con el respeto de mis superiores. Es cierto, que he soportado ‘bromitas’ que me han molestado, pero si eres consistente, la gente te respeta. Soy agrónoma y cuando empecé ningún enólogo salía al campo, pero yo sí. Era la ‘chiguita’ que iba a las viñas y me preguntaban en Fuenmayuor si no había hombres en la empresa que me mandaban a mí al campo... No les entraba en la cabeza, porque soy mujer pero también porque era enóloga e iba a las viñas. Tuve la gran suerte, además, de que todas las cosas a las que hasta entonces nadie les había hincado el diente me las acabaron adjudicando a mí, como los sistemas de certificación de AENOR, los sistemas APPCC, la prevención de riesgos, el desarrollo medioambiental...

«Deberíamos estar todos unidos ante el gran problema, que es la demonización del vino en Europa»

– Hubo algún momento especialmente crítico para Campo Viejo y sus vinos. ¿Quizás la ‘moda’ Parker de vinos opulentos y maderizados?

– Era, es cierto, el momento del exceso: color, madera, estructura..., pero en Campo Viejo vimos claro que era una moda. Mi grueso, lo que me permite vivir en el mercado, es un tipo de vinos. Tengo 5.500 parcelas a mi disposición, una bodega que tecnológicamente es la ‘monda lironda’ para hacer lo que yo quiero. Si quiero optar a un segmento determinado puedo hacerlo pero para mí lo importante es saber estar en su sitio. Nuestra base de negocio ha sido ofrecer vinos que los consumidores del mundo son capaces de comprar. A mí lo que me gusta de la situación actual es que tienes toda la diversidad de Rioja y con la garantía de que, elijas el que elijas, te va a satisfacer.

– ¿Qué pasa con nuestros tintos, que no despegan las ventas?

– Si tienes una visión global, lo que está ocurriendo es que la categoría vino, en general, está bajando. Si entras más en detalle, los blancos y rosados se mantienen e incluso suben ligeramente, pero no el tinto. Rioja, si por algo se conoce, es por sus tintos, aunque yo llevo décadas diciendo que hay una gran oportunidad en los blancos. Nosotros intentamos desde el 2011, con nuestra Colección Privada Azpilicueta, un fermentado en barrica con viura, impulsar estos vinos y la propia variedad. El 50% del consumo en los países que no son productores es de vino blanco, pero aquí, hasta hace no mucho, decíamos que el mejor blanco es un tinto. Cuando lo escuchaba se me llevaban los demonios. Afortunadamente, ahora estamos más abiertos a no hacer las cosas porque sí.

– ¿Por que hemos ‘perreado’ tanto al blanco en Rioja y a nuestra variedad principal, la viura?

– Quizás porque no trabajábamos en bodegas diseñadas para blanco sino para tintos. A la viura no le dimos oportunidades. Creo que, además, tenemos un gran potencial con otras variedades autóctonas. El verdejo no se expresa como en Rueda, mientras que el chardonnay y la sauvignon son fantásticas, pero se cultivan en todas las parte del mundo. Para mí, la oportunidad está en el tempranillo y la maturana blancos. Nosotros hicimos plantaciones, creamos una bodega experimental para conocer las nuevas variedades. Queríamos tener argumentos para aconsejar a los viticultores qué plantar y sacamos conclusiones muy útiles con la tempranillo blanco y con la maturana, sabiendo ya que viura era una gran variedad.

Elena Adell, en un momento de la entrevista
Elena Adell, en un momento de la entrevista

– ¿Veremos sustituir plantaciones de tinto por blanco, es decir, a la inversa?

– No lo sé. Dependerá de lo que seamos capaces de comercializar. Ningún cultivo leñoso reacciona rápido. No cambias de un año para otro, sino que lo que hagas tiene que durar toda la vida.

– Campo Viejo ya ha dicho que no aceptará el glifosato para la próxima vendimia. Si fuera viticultora, ¿optaría por la ecológica?

– Sin duda. La Unión Europea va por ahí. Efectivamente, nosotros ya recomendamos el año pasado a nuestros proveedores que dejaran de usar glifosato y es que, en nuestro viñedo propio, no lo empleamos desde hace tiempo. Nuestras viñas, como la bodega experimental, nos sirven para comprobar que lo que recomendamos es viable y rentable. Esa es la tendencia y también es una obligación moral con nuestros hijos y nietos. Ahora bien, no estoy del todo de acuerdo con cerrarte exclusivamente a lo ecológico porque hay zonas y zonas. Lo que hay que hacer es trabajar de forma no solo preventiva con fitosanitarios, es decir, tratar cuando hay que hacerlo, con sentido y trabajar con productos lo más inofensivos y garantizando los plazos de seguridad en los tratamientos. El cobre y el azufre, autorizados en la viticultura ecológica, tampoco son inofensivos, sobre todo si se abusa. La vida del suelo es lo más importante y eso significa cubiertas vegetales, refugios para fauna y flora... El riesgo por goteo también es sostenibilidad... Soy partidaria del sentido común.

«Yo era la ‘chiguita’ que iba a las viñas en Fuenmayor: me decían si es que no había hombres en la bodega»

– Usted trabaja por toda Rioja y vende por todo el mundo ¿Cómo ve las tensiones territoriales que hay en Rioja, por ejemplo, con la DOP ‘Viñedos de Álava?

– A mí me parece una estupidez. Se está perdiendo mucha energía con una carga de ofuscación muy importante y no vemos la que se nos viene encima: deberíamos estar todos al unísono tratando de solucionar el gran problema, que no es otro que la demonización del alcohol. Tenemos una amenaza brutal con el etiquetado. Como nos obliguen a poner lo que aparece en las cajetillas de tabaco... También, la amenaza de incremento de tasas en Reino Unido, nuestro principal mercado exterior, en función del grado alcohólico y pospuesta hasta 2025. Si sale va a suponer un incremento de precios brutal porque el grado alcohólico sube con el cambio climático. Eso son los problemas de verdad. Lo demás son menudeces. Soy una técnico, pero tengo sentido común y soy una enamorada de mi país, de mi región y por supuesto de mis marcas y de mis bodegas. Me duele porque la imagen que damos fuera es penosa. Para mí, la pregunta es si todo esto que se discute ayuda a vender más o a vender más caro. Cuando Parker, Tim Atkin o James Suckling dan cien puntos a un Rioja siento orgullo y me gustaría que todo el mundo lo sintiera también cuando Campo Viejo vende más de 35 millones de botellas. Necesitamos ir al unísono. Tengo muy poco respeto a la política porque usan muy poco el sentido común.

«Ser más sostenibles en el viñedo es una obligación moral con nuestros hijos y nuestros nietos»

– ¿Cómo ve el futuro?

– La situación del sector es complicada porque nos están segando la hierba bajo los pies en Europa. Así que, respecto a lo anterior, ¿qué hacemos peleándonos por una cosa tan tonta aquí dentro cuando tenemos que hacer algo sólido para que Bruselas nos haga caso? Espero que Rioja vea la que se le viene encima con esta demonización del alcohol y tenga el suficiente peso ante países que no producen vino. Pero eso es alta política y de eso no tengo ni idea.

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