Una ruta por los orígenes de la comarca

Desde el Neolítico. Recorrido por los vestigios de hace 6.000 años

Cripán, Elvillar, Laguardia y Villabuena conservan ocho construcciones megalíticas a los pies de la Sierra de Cantabria, en su gran mayoría desconocidas y que se utilizaban como enterramientos

Juan C. Berdonces Juan C. Berdonces Justo Rodríguez Justo Rodríguez

Rioja Alavesa invita, por supuesto, a hacer una ruta por sus bodegas aunque para visitar las más de 200 habría que pasar una larga temporada. Pero esta comarca también ofrece entre sus múltiples encantos un Camino de Santiago ‘alternativo’ por Oyón, Laguardia o Samaniego al tradicional –que cuando viene de Roncesvalles a Logroño enfila ya hacia Burgos–, algunas etapas del Camino Ignaciano o de la Ruta del Vino y el Pescado y también un sinfín de posibilidades de hacer senderismo o recorridos en bici de montaña. Y además existe una ruta desconocida para la gran mayoría con ocho hitos enclavados en el paisaje riojanoalavés desde hace, ni más ni menos, que entre 5.000 y 6.000 años. Estamos hablando de la ruta de los dólmenes. Estas construcciones megalíticas datan del Neolítico pero fueron utilizadas de manera ininterrumpida durante largos periodos de tiempo, incluso hasta la época del año 1000 antes de Cristo. Todos ellos se encuentran ubicados a pie de la Sierra de Cantabria, de donde los ‘albañiles’ de entonces que levantaron estos sepulcros extrajeron las piedras.

Los ‘arquitectos’ habían concebido en su mente –entonces seguro que no diseñaban sobre plano– unas sepulturas colectivas en las que se llegaron a acumular, en algunos casos, más de cien enterramientos. Se accedía a ellas mediante un pasillo o corredor formado por grandes losas y que todavía se conserva.

En los dólmenes se han hallado puntas de flecha de bronce, láminas de oro o ricos ajuares funerarios

Guiados por el investigador, etnógrafo y escritor Salvador Velilla, natural de Lapuebla de Labarca, hacemos esta ruta que, con salida en Logroño, nos lleva desde Cripán hasta Villabuena pasando por Elvillar de Álava y Laguardia. Y descubrimos curiosidades de estos dólmenes que representan la historia más antigua de una de las comarcas más ricas de España –tiene un PIB per cápita de 64.234 euros, cuando en La Rioja se sitúa en torno a 25.700 euros, ligeramente por encima de la media nacional– y que ha hecho del enoturismo una fuente de ingresos relevante. Más de 30.000 visitantes ha registrado Rioja Alavesa durante este pasado verano, cuando hace una década no se llegaba a los 26.000.

Dolmen de Los Llanos, en Cripán
Dolmen de Los Llanos, en Cripán.

LOS LLANOS

La presencia de este dolmen en Cripán fue descubierta hace cuarenta años por el sacerdote Nunilo Ceballos y tres después, en 1985, comenzaron las excavaciones. Se encuentra en un paraje rodeado de encinas –como la gran mayoría de estos monumentos–.

Un corredor formado por siete losas desemboca en una cámara poligonal que tiene seis losas de piedra arenisca. Está al descubierto y su primera datación se sitúa hacia el año 3240 antes de Cristo. «Junto al centenar de cadáveres hallados, aparecieron puntas de flecha, hachas pulimentadas, cuentas de collar, cristales de roca o los llamados ídolos-espátula creados a partir de tibias de cabras u ovejas», explica Velilla. Y un milenio después se encontraron un brazalete de arquero y unos objetos de cobre.

Dolmen de El Encinal, en Elvillar
Dolmen de El Encinal, en Elvillar.

EL ENCINAL

Es el ‘otro’ dolmen que hay el Elvillar porque se conoce más el de La Chabola de la Hechicera. Las raíces de las encinas han deteriorado una construcción con cámara funeraria, de planta poligonal y formada por siete losas. Se descubrió en 1943 y en intervenciones posteriores han aparecido fragmentos de cerámica, una lamina de oro o un precioso camafeo de cronología romana. A pesar de actuaciones recientes para favorecer su conservación, el túmulo está muy desdibujado. En su origen, según los expertos, pudo tener un aspecto de coraza pétrea y forma ovalada.

El dolmen de la Chabola de la Hechicera es el más visitado.
El dolmen de la Chabola de la Hechicera es el más visitado.

LA CHABOLA DE LA HECHICERA

«Es el más espectacular», dice sin miramientos Salvador Velilla. Y el más visitado «por su singular forma» pero sobre todo, añade, «porque un camino asfaltado y que señaliza su ubicación conduce al dolmen», algo que no sucede con todos en Rioja Alavesa. También es el más antiguo por fecha de descubrimiento, 1935. Cuenta la leyenda que en él llegó a morar una bruja –de ahí el nombre de La Chabola de la Hechicera– que durante las mañanas de San Juan cantaba y pregonaba insensateces y convertía en piedra a quien la miraba. Pero al margen de historias más o menos verosímiles, la realidad nos dice que cuando hace apenas una década se investigó a fondo sobre este monumento, afloró un túmulo de casi 30 metros de diámetro que cubría el dolmen. No eran dos como se pensaba a priori.

Dolmen del Alto de la Huesera
Dolmen del Alto de la Huesera

ALTO DE LA HUESERA

Según algunos testimonios arqueológicos, también en la época del Neolítico se produjo por primera vez vino. Y esta yacimiento de Laguardia, descubierto en 1948, conserva dos grandes lagares rupestres de la Edad Media que fueron usados para pisar uva. «Por fin una referencia al vino en la ruta de los dólmenes», suelta, atrevido, un turista canario de visita por Rioja Alavesa. La historia dice que se localizaron 130 enterramientos y herramientas de sílex, cerámicas o puntas de flecha de bronce.

Dolmen de San Martín, de los de mayor tamaño

SAN MARTÍN

Descubierto en 1956, es uno de los dólmenes de mayor tamaño e importancia. «Pudo recibir el nombre por el río que viene del poblado de La Hoya», apunta Velilla. Junto al sepulcro, construido en el Neolítico y que se mantuvo con uso hasta el Calcolítico unos mil años, existe un pequeño chozo, típico de la arquitectura tradicional de Rioja Alavesa del siglo XIX. «Habrá unos 2.000 de estos guardaviñas, la mayoría bien conservados».

El Sotillo está en el límite entre Leza y Laguardia.

EL SOTILLO

Una de las losas de su cámara sirve de mojón entre las jurisdicciones de Laguardia y Leza. Cuando se descubrió el dolmen, en 1955, se hallaron en su interior restos de al menos trece personas y también un rico ajuar funerario. Acaparó la actualidad el pasado mes de abril cuando un equipo de investigadores de la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos confirmó el hallazgo del genoma de ‘Yersinia pestis, la bacteria causante de la peste bubónica, en un diente de un hombre enterrado en El Sotillo. Este hombre que vivió en Álava hace 3.300 años fue el primer muerto por aquella epidemia en Europa Occidental.

El dolmen de Layaza está en la subida a Herrera.

LAYAZA

Cuando se descubre a mediados de los 50 del siglo pasado ya presenta un estado de deterioro importante, expoliado quizá por buscadores de tesoros. Se ubica en la ascensión al puerto de Herrera pero no está bien señalizado ni su acceso es sencillo. Se encontraron fragmentos de huesos humanos de al menos dos individuos, pequeños trozos de cerámica, piezas de sílex y un alambra de bronce.

El Montecillo, último dolmen descubierto

EL MONTECILLO

La ruta de los dólmenes finaliza en Villabuena con el más reciente de los hallados, a principios de este siglo por un vecino del pueblo. Es un sepulcro de la Edad de Bronce y también se encontró mal conservado debido a los saqueos y a que se utilizaba como lugar de acumulación de piedras y como cantera. Es el único que está al sur de la A-124 que va de las Conchas de Haro a Logroño.

«Esta ruta es un gran atractivo para turistas y también para escolares»