Bodegas Sonsierra. San Vicente
El juego del escondite
Para conocer las tesoros vitícolas de San Vicente es necesario un buen cicerone como Rafa Usoz. Sonsierra ofrece una ruta a sus remotos y casi perdidos viñedos singulares para gozar allí mismo de una botella elaborada con las uvas de cada parcela
fernando bóbeda 
Mira, allí está», dice Rafa Usoz, enólogo de Bodegas Sonsierra. «Aquél apartado en la loma, rodeado de bosque, es el Rincón de los Galos». Y ahí estábamos los tres, también Cristina Hernando, responsable de enoturismo, en la ‘coctelera’ de cuatro ruedas que nos transportaba. Aunque eso sí, ya más tranquilo viendo que se acababa lo que era un ‘suplicio’ para un plumilla más acostumbrado al asfalto. Pero valió la pena, valió muchísimo la pena.
Perdida, solitaria, casi ausente, reina esta pequeña parcela de la que sale uno de los vinos de la oferta de Viñedos Singulares de Sonsierra. «La viña apenas da 2.600 kilos, pero la calidad es sensacional. Tenemos 230 parcelas con más de 40 años, así que imagínate la riqueza vitícola que atesoramos en bodega, pero elegimos nueve en concreto como singulares: de las nueve, ocho están plantadas al cuadro, no se trabajan con maquinaria y lo que intentamos es que la viña viva a su aire, lo que nos da vinos que reflejan tal cual es su terruño. La intervención es mínima», explica el enólogo. De momento hay tres vinos singulares en el mercado y otros dos a punto de ver la luz: «El Muérdago es un tempranillo de 70 años de la zona alta, tirando hacia el monte que elaboramos sin nada de madera, únicamente en hormigón, un tempranillo puro», detalla Rafa Usoz. «Y el siguiente –continúa– será una garnacha de 1927, a 650 metros de altitud, una joya plantada a cuadro y criada en barrica usada, Soltierra de nombre, aunque también tenemos en bodega una malvasía del Rincón de los Galos que ya está elaborada con los 800 kilos que apartamos de las cepas de tinto».
Un paraíso
Es en esta magnífica viña del Rincón de los Galos donde disfrutan los enoturistas que eligen la opción de descorchar una botella en el lugar de donde nace el vino. «Se quedan boquiabiertos por la belleza del paisaje. Sin duda es una de la opciones que más gusta, saber que el vino que van a probar es del lugar que pisan es para ellos algo inimaginable. Y ya cuando prueban el vino…», indica Cristina Hernando.
Lo mismo hacen con otro viñedo y vino singular, El Manao, apenas 300 botellas con las que se cierra el círculo: de la cepa a la copa..., del propio turista. «Muchas experiencias pivotan alrededor de la bodega, pero estas rutas que nos acercan a algunos de nuestros viñedos singulares paseando por la viña, pisando la tierra y gozando del paisaje y de su silencio tienen mucha aceptación».
Oferta enoturística
No es pera menos. El Rincón de los Galos deslumbra, sintiendo el suelo calizo tan propio de la zona con el castillo de Davalillo al fondo: «También aprovechamos el Ebro con rutas en kayak, visitas a viñedos en quad, en bicicleta, paseos a caballo… la oferta es amplia intentando amoldarnos a lo que nos piden nuestros clientes», describe Cristina. «La Sonsierra para mí –continúa– es la zona más honesta y preciosa de Rioja, por cómo está dispuesto el viñedo en terrazas ganado el terreno al monte durante generaciones; es un monocultivo con auténticos ‘ateliers’ del viñedo».
El proyecto enoturístico de Sonsierra empezó el año pasado y aspira a ser «uno de los imprescindibles haciendo comarca en un camino que vamos construyendo entre todos, incluidos los mayores socios de la cooperativa que conservaron estas viñas». Sonsierra recibe clientes de Madrid, Barcelona y País Vasco, sobre todo, pero «en época de vendimia muchos extranjeros se acercan a visitarnos». En resumen, una experiencia que el cronista recomienda a todo el mundo: abrir una de estas botellas en su propio viñedo, donde mejor se expresa, es un consejo de amigo. ¡Disfrútenlo! Vale la pena.
El Rincón de los Galos
Viñedos Singular
