Bodegas Ramón Bilbao ha finalizado recientemente unas obras de ampliación y mejora de sus instalaciones, lo que ha motivado «diversificar más las actividades, crear nuevas posibilidades y ofrecer más servicios al turista», justifica la responsable de Enoturismo, Raquel Antón. Ahora las instalaciones cuentan con más espacio y más cómodo, en consonancia al crecimiento «en prestigio y ventas de la marca».

Desde el 2016 Ramón Bilbao ha evolucionado desde la visita clásica hasta una carta de servicios especializados, como un curso de iniciación a la cata enfocado en lo sensorial, en lo enológico, y menos en lo turístico. «También tenemos la posibilidad de salir al viñedo, que es algo muy interesante que nos permite hablar de viticultura, suelos, la calidad de la materia prima... y hacemos un pequeño picnic», describe Raquel Antón. Entre las posibilidades, además, se encuentran la integración de la comida en la visita a la bodega y las actividades para empresa, combinando las reuniones con las actividades lúdicas.

«Estamos intentando crear un núcleo en el que quepan diversas posibilidades, sensibilidades, en torno al vino», explica Antón. Para Ramón Bilbao, el enoturismo «es una parte muy importante, creemos que es una apuesta rentable, pero también mucho más: es la vía de comunicación directa con el cliente, por lo que recogemos su opinión, que es una información muy valiosa», expone Antón. Y es que esta bodega de Haro, una de las mejor situadas a nivel nacional, recibe unas 15.000 visitas anuales. «Intentamos emocionar al visitante antes de la venta de vino, buscamos que el cliente salga enamorado y fidelizarlo, muchos vienen como muy fans y no podemos fallarles».